EEUU conmemora hoy el Día de la Revocación. No es una festividad tan arraigada como el 4 de julio o Acción de Gracias, pero en bares y licorerías del país se celebrará con el entusiasmo propio de las fechas importantes. Tal día como hoy, hace 75 años, los estadounidenses mayores de edad vieron cómo la Constitución reconocía su derecho a beber alcohol gracias a la ratificación de una enmienda --la número 21-- que revocaba otra anterior --la 18-- y ponía fin a 13 años, 10 meses y 19 días de ley seca. Buen pretexto para un brindis.

Aquellos casi 14 años que duró la prohibición de importar, exportar, transportar, vender o elaborar bebidas alcohólicas en territorio estadounidense son hoy contemplados como una gran equivocación; un fracaso sin paliativos que desde entonces ha servido de munición dialéctica a los grupos e individuos que propugnan la despenalización de las drogas ante la ineficacia de la vía prohibicionista.

El noble experimento, que así fue bautizado por el presidente Herbert Hoover, perseguía, entre otros buenos propósitos, reducir la actividad delictiva, resolver problemas sociales como la mendicidad y la violencia doméstica y recortar el gasto sanitario. Las tabernas clandestinas (speakeasies) florecieron en todas y cada una de las ciudades estadounidenses y se convirtieron en el centro de una lucrativa industria ilegal.