El dolor y la angustia por la tragedia de la torre de Grenfell ha dado paso al estallido de la ira y la frustración, por la falta de respuesta de las autoridades. Theresa May, que ayer por la mañana había acudido a uno de los hospitales donde se hallan los heridos, fue abucheada por la tarde, cuando abandonaba la iglesia de San Clemente, en Notting Hill, donde presta ayuda un grupo de voluntarios. May abandonó el templo para meterse a la carrera en el coche oficial entre gritos de «asesina», «sinvergüenza» y «cobarde».

No fue el único incidente de la jornada. Varios centenares de personas, en su mayor parte jóvenes, se congregaron a las puertas de la sede del distrito municipal de Kensington y Chelsea, propietario del edificio siniestrado.

Medio centenar lograron penetrar en la sede, donde en ese momento había una reunión de las ediles locales. Entre forcejeos, la policía consiguió impedirles el paso a la sala. «¡Queremos justicia y la queremos ahora!» y «¿Dónde están nuestros niños?» fueron algunos de los gritos de los manifestantes, que llevaban pancartas y carteles con fotografías de los desaparecidos en el incendio.

En nombre del grupo, Mustafa al Masur, coordinador de la protesta, presentó una lista de reivindicaciones al consejo municipal, pero no obtuvo «respuestas concretas». Los residentes quieren los nombres de todos los que han perecido en el incendio, algo que de momento aún no poseen los investigadores y que solo se podrá completar a medida que los bomberos puedan penetrar en distintas partes del edificio en ruinas. El último balance provisional es de 30 fallecidos y un número indeterminado de desaparecidos. La policía insiste en que pueden pasar semanas hasta que los datos de todos los que han muerto se conozcan.

Los residentes también piden alojamiento temporal, sin dilaciones, para los cientos de personas que están en centros de acogida, en hoteles y en otros lugares de paso. Además exigen viviendas en el futuro, que estén dentro del distrito, para todos los que han perdido su hogar en la tragedia y ahora temen ser dispersados y acabar en diferentes puntos de la capital. Las dificultades para realojar a las familias van a ser muy grandes.

En el distrito municipal de Kensington y Chelsea la vivienda tiene un precio astronómico y durante años no se han construido alojamientos sociales. La primera ministra ha puesto a disposición de los afectados un fondo de ayuda inmediata de cinco millones de libras, para ropa, comida y otros gastos de urgencia. May ha sido muy criticada por no dar la cara y evitar cualquier contacto con los afectados.