El Konserthuset de Estocolmo rindió ayer homenaje a la palabra y la ciencia en la ceremonia de entrega de los premios Nobel, que reunió a 1.500 personas y en la que el escritor turco Orhan Pamuk fue el principal foco de atención y se llevó los más sonoros aplausos.

Los siete distinguidos en las seis categorías recibieron de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia los diplomas y medallas que les acreditan como ganadores del preciado galardón, en el día del aniversario de la muerte del magnate Alfred Nobel, su creador.

En una ceremonia celebrada horas antes en el Ayuntamiento de Oslo, el bangladeshí Muhammad Yunus, fundador en 1976 del banco de microcréditos Grameen Bank, recibió el Nobel de la Paz por su esfuerzo por un desarrollo social y económico desde abajo".

Al acto en Oslo asistió la reina Sofía de España, quien en los últimos años ha tenido un papel activo en cumbres y foros impulsados por Yunus, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1998.

Después de las ausencias los dos últimos años de los ganadores en Literatura, la austríaca Elfriede Jelinek y el británico Harold Pinter, la primera por decisión propia y el segundo por enfermedad, la presencia de Pamuk centró el protagonismo de la ceremonia.

En su discurso previo a la entrega del premio a Pamuk, el secretario de la Academia Sueca, Horace Engdahl, resaltó que el escritor turco ha sabido unir la forma de narrar propia de Occidente con la tradición oriental.

Engdahl, que dijo unas palabras en turco, destacó que el autor de Nieve ha hecho de Estambul "territorio literario indispensable", un lugar que, como en el San Petersburgo de Dostoievski, el Dublín de Joyce y el París de Proust, lectores de todo el mundo "pueden vivir otra vida tan creíble como la suya".

John C. Mather y George F. Smoot recibieron el galardón de Física por contribuir a mejorar el conocimiento del nacimiento e infancia del universo al descubrir el eco del big bang , mientras que Roger D. Kornberg se llevó el de Química por sus estudios sobre la base molecular de la denominada "transcripción eucariótica". Kornberg renovó la tradición familiar que abrió su padre, Arthur, en 1959, cuando logró el Nobel de Medicina. En esa misma categoría, a Andrew Z. Fire y Craig C. Mello se les reconoció ayer el hallazgo de la interferencia del ARN (ácido ribonucleico). La ronda de entrega de los Nobel la cerró Edmund S. Phelps, ganador en Economía.