A sus 64 años, el sacerdote Evans David Gliwitzki cumplió ayer uno de sus sueños en la iglesia de El Camino de la Villa de La Laguna (Tenerife). El expastor anglicano, que el domingo fue ordenado sacerdote católico ante su mujer y sus dos hijas, presidió ayer su primera misa como cura de la fe romana en una pequeña basílica repleta de fieles, media docena de sacerdotes y numerosos curiosos y periodistas.

Gliwitzki, natural de Zimbabue, vio cumplido su sueño gracias a una dispensa especial concedida por el papa Juan Pablo II. El pasado domingo fue ordenado sacerdote en una ceremonia coronada por los aplausos de miles de fieles. El nuevo presbítero católico afirma que "la Iglesia católica tardará entre 50 y 60 años para abolir el celibato y admitir en su seno a un mayor número de curas casados".

El sacerdote tinerfeño Carmelo Pérez, que ayer acompañó en la histórica misa al exministro anglicano, comparte plenamente esta afirmación, "ya que el Vaticano tiene unas ideas muy claras y estrictas sobre el celibato y es difícil que se decida a modificarlas".

Pérez deja claro que vive "magníficamente" su celibato y que el caso de Gliwitzki es excepcional y no servirá como precedente válido en este ámbito. "Su padre era anglicano y su madre católica, y ya se sabe que las madres siempre tiran más", asegura sonriendo.

El camino recorrido por Gliwitzki no ha sido sencillo. Reconoció ayer que tuvo que superar "muchos problemas" y que algunos compañeros le retiraron el saludo. Tuvo que presentar ante el Vaticano un informe de más de 400 páginas para recibir su beneplácito.

El sacerdote Carmelo Pérez comentó que a la ordenación del pasado domingo acudió un buen número de clérigos "para darle la bienvenida", a pesar de que muchos de ellos se encuentran de vacaciones.

Pérez mantiene que la recepción de los fieles a la figura de Gliwitzki como sacerdote católico ha sido hasta el momento "magnífica".

"Durante año y medio ha compartido conmigo labores pastorales y los fieles siempre le han recibido con muchísimo cariño y respeto", comentó satisfecho.

La repercusión que ha tenido el caso de Gliwitzki ha superado todas las expectativas. La ceremonia presidida por Gliwitzki tuvo como espectadoras de lujo y embargadas por la emoción a su mujer Patricia y a sus dos hijas, de 30 y 40 años. Una quincena de sacerdotes lo acompañaron en esta histórica fecha.