La vocación les viene de familia, pero las notas para poder seguirla les viene de sus propios esfuerzos, trabajo diario, atención y constancia. Este es el secreto a voces de los dos mejores estudiantes preuniversitarios de la región. Alfonso Pontes Jiménez, del IES Augustóbriga de Navalmoral, ha sacado en las pruebas de selectividad un 13,87 --este año se podía obtener hasta un 14 con los exámenes de la fase voluntaria-- que sumado al 9,95 de media de bachillerato (falló en Educación Física) no tendrá impedimento para estudiar lo que desee con un 9,97 de nota final. Julio Moreno Alemán Sánchez, del Colegio Santa Cecilia de Cáceres, tampoco tendrá problemas con el 13,42 que obtuvo en selectividad y el 10 de media de bachillerato. Su nota final es 9,92, la segunda más alta de la región. La de su hermano gemelo Javier tampoco se queda atrás, un 9,82.

Los tres tienen claro su futuro. Alfonso estudiará Ingeniería Industrial como hizo su padre y Julio será odontólogo también como su progenitor. Javier estudiará Medicina. Lo harán en Madrid en la Complutense y en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ICAI).

Ninguno de ellos esperaba alcanzar estas calificaciones, aunque siempre han sacado buenas notas, y mucho menos verse en los diarios porque reconocen que "no soy ni el más listo ni el más inteligente" dice Alfonso, pero "gracias al trabajo diario y a mis padres y profesores estoy bastante satisfecho", apunta Julio. Lo cierto es que el caso de Julio y su gemelo Javier es cuanto menos meritorio. Ambos temían no poder hacer las pruebas porque días antes de los exámenes sufrieron cada uno un neumotórax que les obligó a permanecer en reposo absoluto los días de las pruebas, pero si no se presentaban ahora en septiembre ya no habría plazas en las carreras que quieren. "De hecho Javier tuvo que salir de un examen por este problema", cuenta Paloma Sánchez, su orgullosa madre que estuvo al pie de ellos en la selectividad.

Ahora ya están mejor. El esfuerzo ha merecido la pena y eso que "estudiar no es que me guste, pero es algo que hay que hacer", señala Julio, cuya pasión es el golf. De hecho disputa campeonatos regionales y nacionales y es handicap 5. Ahora hasta que empiece el curso en septiembre se dedicará a viajar que también le encanta, pero no podrá hacerlo fuera hasta que no se recupere del todo. Alfonso también disfrutará de unas merecidísimas vacaciones pero aprovechará su tiempo libre para sacarse el canet de conducir y descansar con su familia, después tres veranos seguidos viajando a Estado Unidos para perfeccionar su inglés, antes de emprender su prometedor futuro universitario. "Sé que no tendrá nada que ver. Me tengo que olvidar de los 10, allí me centraré en aprobar", reflexiona Alfonso.