La sofisticación y la tecnología ganan terreno al juguete clásico, pasivo, sólo abierto a la imaginación o la contemplación de los más pequeños. Aun así, hay reductos que se mantienen de cara a noches como la de hoy: muñecos de madera, peluches de yute o, entre otros, balones de cuero sin el lastre de que en su proceso productivo haya habido explotación infantil. En las tiendas de comercio justo se encuentran esos juguetes y, a tenor del llenazo que presentan estos días, cuentan con un público fiel.

"En los últimos dos o tres años se ha notado un incremento muy grande de la clientela", explica Aselina Báez, responsable de la tienda que Intermón Oxfam tiene en la calle de Roger de Llúria de Barcelona. Esta ONG maneja cerca del 70% de todo lo que se vende en el ámbito del comercio justo (juguetes, ropa, alimentación, artículos de decoración, entre otros) en España y cuenta con 35 tiendas. "Es un comercio sin explotación y con respeto a los productores", cuenta Rafael Sanchís, director de comercio justo de la organización.

"En el 2003 --explica-- facturamos 4,4 millones de euros y, a falta de datos definitivos, creemos que en el 2004 habremos alcanzado los 6,5 millones (1.081,5 millones de pesetas) de facturación". Un incremento superior al 47%.

De títeres a sombreros

La llegada de los Reyes Magos invita a visitar una de esas tiendas. La de Roger de Llúria presentaba ayer un lleno considerable, si bien la eficaz dedicación de las vendedoras voluntarias --también hay personal fijo-- de Intermón Oxfam lima las dificultades. Juguetes didácticos, móviles, libros --versados en la solidaridad y la aceptación de las diferencias--, ropa infantil, entre otros, inundan el local. La gama de precios es amplia: desde una colorida granja de madera de 6 euros, a un sombrero Panamá, hecho en Ecuador, por 45 euros.

"No nos gusta hablar de barato o caro, porque no se trata de eso, sino de que aquí los productos tienen rostro", explica Báez. Los juguetes vienen de pequeños productos o cooperativas de países asiáticos. La ropa, de Latinoamérica. "Todos los artículos cumplen con la normativa europea, y además garantizamos que se han producido sin explotación laboral infantil y con salarios justos", dice la responsable.

Y se vende, aunque la competencia es feroz. "En juguetes es muy difícil, porque los niños dejan de jugar cada vez más pronto para pasarse a las consolas", opina Sanchís.

Existen otras ONG que se dedican al comercio justo, que o bien venden por internet o son distribuidoras que comercializan en ferias ambulantes y en tiendas que se prestan a incluir esta oferta. "Comprar un producto ético no sólo significa hacer un regalo, sino que al niño, por muy pequeño que sea, se le puede explicar cómo se ha elaborado y eso, además de disfrute, es una forma de educación", dice Laia Papiol de la tienda virtual de Setem.