La comparación con el 11-S era de esperar pero las repercusiones en el tráfico aéreo mundial ya son de mayor calado que lo ocurrido tras el atentado terrorista del 2001. Cuatro de los cinco aeropuertos con más tráfico del mundo --Heathrow, en Londres; Charles de Gaulle, en París; Schipol, en Amsterdam y Frankfurt-- permanecieron ayer cerrados a causa de la erupción del volcán Eyjafjalla (Islandia), con lo que la afectación se extendió a todo el mundo. Las autoridades aeroportuarias calcularon que se cancelaron un 60% de los vuelos de ayer en Europa. Y lo peor es que no se sabe cuándo se reabrirá el espacio aéreo para que, poco a poco, vuelva la normalidad. Eso sí, el cierre al menos se alargará otras 48 horas.

LA DIRECCION DE LA NUBE Lo más probable es que tengan que pasar varios días. La vista sigue puesta en la nube de ceniza del Eyjafjalla y en la dirección que tome. Desde el jueves no cesa el goteo de países perjudicados (ayer alcanzó la veintena con las instalaciones cerradas de forma total o parcial) y los viajeros sin poder alcanzar su destino ya se cuentan por millones.

La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), que representa a 230 compañías, estimó que las pérdidas económicas por el colapso podrían alcanzar los 150 millones de euros diarios. De momento. Muchas de las aerolíneas se desplomaron en la bolsa. Además, el importe de los reembolsos y anulaciones derivados de la situación aún no están ni cifrados. Easyjet reveló que tiene toda la flota llena hasta el jueves y Ryanair anunció que no volará por lo menos hasta las 14.00 horas del lunes.

La Agencia Europea para la Seguridad Aérea (Eurocontrol) ya advirtió de que hoy se mantendrán "perturbaciones significativas" en el tráfico, aunque prefirieron esperar para realizar un diagnóstico más a corto plazo. El subdirector del organismo, Brian Flynn, se refirió a un "impacto excepcional": de los 29.500 vuelos programados para ayer en Europa, se cancelaron 17.000, cifra que representaría alrededor de un 60% del total.

Estas cifras no hicieron distinciones entre ciudadanos, razón por la que muchos dirigentes políticos se vieron afectados por las anulaciones de los vuelos, entre ellos la cancillera alemana Angela Merkel. Alemania fue una de las naciones que ayer clausuró 15 de sus 16 instalaciones internacionales (excepto Múnich, en el sur).

Los responsables defendieron que no se trataba estrictamente del cierre del espacio áereo del país y que la decisión respondía a cuestiones relativas estrictamente a la seguridad.En los mismos términos se expresó el presidente de Aena, Juan Ignacio Lema, que añadió que se trataba de un "caso insólito". En los aeródromos españoles se produjeron 1.246 cancelaciones hasta las 19.30 horas, más del doble que el día anterior. Como las aerolíneas no podían hacer circular los aparatos en sus rutas programadas, las repercusiones alcanzaron de rebote los desplazamientos entre países supuestamente sin problemas. No obstante, el descomunal caos aéreo no despertó la ira masiva de los usuarios. Los daños en los aviones debieron disuadir a muchos, que asumieron con deportividad que no volarían ni ayer ni en los días siguientes.En el primero de los casos, con clientes mayoritariamente del norte de Europa, la actitud era de estoicismo. "Iba a una feria en China, vía Amsterdam, pero si me cambian el billete para dentro de muchos días lo anularé porque no valdrá la pena", analizaba uno de ellos. Entre los clientes de Vueling, destacaban varios jóvenes disfrazados de monjes franciscanos que habían programado una despedida de soltero en la capital holandesa. Una de las salidas del grupo para no perderse la celebración habría sido alquilar un coche, una decisión que tomaron muchos afectados y que dejó a las empresas de alquiler de vehículos europeas casi sin existencias.