Hace más de 400 años nacía, en una ciudad imprecisa de la República Checa, Jan Amos Komensky , en latín, Comenius. En aquellos años recorrió Europa convencido de la importancia de la educación para forjar al hombre. Políglota, y padre de la pedagogía, sus estudios le llevaron a las mesas de los gobernantes más destacados del momento.

Estos días se desarrollan importantes acciones enmarcadas en el Programa Comenius, financiado por la UE. Con él, desde el Organismo Autónomo de Programas Educativos Europeos, se busca poner en marcha actividades entre profesores y alumnos, crear proyectos multilaterales, fomentar la cooperación entre las regiones, o la movilidad interna entre países de la unión para niños y jóvenes.

El Programa Comenius choca frontalmente con los últimos avances en el escepticismo. Suiza, con un referéndum muy ajustado, ha tirado a la basura el acuerdo bilateral firmado en 2002 sobre la Libre Circulación de Personas; Bélgica, sede a medias del Parlamento Europeo, ha recurrido al ambiguo derecho de expulsar a comunitarios que supongan una 'carga excesiva'; y los acuerdos entre partidos populistas y euroescépticos no cesan.

Hace unas semanas se presentaba en Madrid CC Europa, Con Copia a Europa, un grupo heterogéneo de jóvenes profesionales que apuesta por la defensa común de la unión desde diferentes ideologías. Como ellos dicen, Europa nos pertenece a los jóvenes, que no conocemos otra cosa, pero además tenemos que reforzar nuestro compromiso con nosotros mismos, con el resto de países, y con la generación que con el germen de la actual Europa consiguió mucho más que la paz, la estabilidad y la prosperidad económica para viejo continente.

¿El futuro? Una Unión más fuerte en un mundo multipolar, una política interna común y un sistema tributario único. ¿El camino? La educación, programas de cooperación y concienciación, porque jóvenes, y no tan jóvenes, tenemos que tener claro que fuera de Europa, el ocaso.