Lo prioritario es proteger la entrada de la escalera y de los pisos, que están sin puerta. Luego, arreglar los temas comunitarios para volver cuanto antes. Que no será pronto. Así lo acordaron los vecinos y así se empezó a hacer el miércoles, para tranquilidad de muchos residentes, que temen que, pese a la presencia de agentes de la Guardia Urbana y de los Mossos ante la puerta que voló por la deflagración, pueda haber robos, ya que por el terrado se puede acceder a las viviendas.

No obstante, la normalidad tardará. Porque ayer los vecinos, tras las inspecciones de los peritos, ya no hablaban de semanas, sino de unos tres meses para regresar en condiciones a sus hogares. Y es que la mayoría de daños materiales afectaron a la escalera y a todos los servicios: las cañerías del gas, del agua y toda la instalación eléctrica están destrozadas.

"La magnitud es brutal por dentro. El patio de luces está como si hubiera caído una bomba", explicaba el portavoz vecinal Salvador Mañosas, mientras comenzaban los trabajos de recogida de escombros. Este inquilino, como la mayoría, volvió una vez más a su casa a coger cosas.

Y un día más se vivieron escenas de dolor. Aunque algunos se agarraban al positivismo. Como Elvira Nieto, que el miércoles entró por primera vez en su piso. "Está fatal. Pero cuando al ver las fotos de mis nietas me he dicho: No me ha faltado nada para irme al otro mundo. Pero estoy viva y mi familia también". Lo contó después de haber visto a una madre rota. Antonia, la vecina del primero que ha perdido a dos de sus hijos. "Ha venido un momento esta mañana con su hijo mayor. Estaba en estado de shock".