Más que la evolución de la epidemia gripal inminente, lo que inquieta a virólogos y microbiólogos de todo el mundo es la posibilidad de que el virus A/H1N1 acabe sufriendo una enésima mutación que varíe --a mejor o a peor-- su capacidad infecciosa, y, con ella, la intensidad de la gripe que desencadena en los humanos. Las opiniones están divididas: unos consideran que, dada la juventud del nuevo virus, y la ausencia de población vacunada que pudiera coartar su avance, el A/H1N1 se encuentra en una situación inmejorable: contagia cuanto quiere. De esto deducen que no precisa mutar, ahora. "En esta primera fase, es un virus perfecto, que avanza sin problemas con la potencia de los microorganismos jóvenes", dice el epidemiólogo Antoni Trilla.

Dentro de un tiempo, cuando buena parte de la población mundial esté vacunada y esa inmunización lo ponga en un cierto compromiso, el virus puede emprender la búsqueda de una mutación que le devuelva su potencia original, añade el experto. No todos los investigadores comparten esta opinión. "Los virus no tienen conciencia y no actúan en función de la situación que perciben más favorable", apunta el farmacólogo Joan Ramon Laporte. Las incógnitas sobre el A/H1N1 impiden llegar a conclusiones tan exactas, advierten quienes sostienen que el nuevo virus puede sufrir una mutación en cualquier momento. De hecho, el microorganismo nunca ha dejado de intercambiar parte de su material genético con otras familias de animales, un contacto extremadamente peligroso cuando se trata de volver a mezclarse con las aves. A diferencia de los virus porcinos, los aviarios suelen causar una mortalidad elevada si logran atravesar la barrera de adaptación a los humanos. Por fortuna, ese paso no lo consiguió completar el virus aviario H5N1 en el 2006, que causó la muerte a más del 60% de las personas afectadas. El A/H1N1 tiene un índice de mortalidad del 0,02%.

ORIGEN El virus de la gripe A surgió de una atípica mezcla de cuatro virus gripales que coincidieron en el cuerpo de algunos cerdos. De ellos saltó a la especie humana a principios del 2009. En esa combinación intervinieron un virus de la gripe humana, que facilitó la posterior propagación entre las personas; un virus de la gripe aviaria americana y dos virus de la gripe porcina, uno euroasiático y otro americano. En mayo, Canadá informó de que había detectado una transmisión del A/H1N1 a los cerdos de una granja. Todos fueron eliminados y el episodio se cerró ahí, pero dejó constancia de que el A/H1N1 aún no ha dicho la última palabra.

Estos detalles explican el seguimiento de la evolución del virus A que mantienen los científicos. De momento parecen estar cumpliéndose las previsiones de quienes definen al virus como un "organismo estable", que no variará, como mínimo, durante el invierno del 2009 del hemisferio norte. El nuestro.