La expansión del virus del sida no empezó en 1981, cuando se anunció de forma oficial en Estados Unidos la identificación de la nueva enfermedad; ni tampoco en 1959, año en que murió en el entonces Congo belga la primera víctima conocida; ni siquiera hacia 1935, como se había sugerido en ocasiones, sino hacia 1900 o incluso a finales del siglo XIX. A esta conclusión ha llegado un estudio norteamericano que ha analizado y comparado la variabilidad del virus en los dos casos más antiguos encontrados hasta ahora, que tienen prácticamente cinco décadas (1959 y 1960). Se ha establecido un árbol filogenético: si las cepas ya eran tan diferentes en aquella época, sostiene el trabajo, es porque el ancestro común del virus había comenzado a diversificarse --y a propagarse-- mucho antes.

La investigación, cuyos detalles se publican hoy en la revista Nature , es un trabajo de arqueología médica coordinado por Michael Worobey, profesor de la Universidad de Arizona, en Tucson. La clave ha sido el hallazgo de una muestra extremadamente antigua del virus, datada en 1960 y conservada en parafina de forma milagrosa, que fue extraída del ganglio linfático de una mujer. Luego se ha comparado con la ya famosa cepa ZR59, del año 1959, conocida desde hace una década. Ambas muestras proceden de Kinshasa (antes Léopoldville, bajo dominio belga) y son del tipo M, el responsable del 95% de las infecciones actuales.

RELOJ BIOLOGICO Worobey ha tenido que desarrollar nuevas técnicas para recuperar el ADN, una ardua tarea ya que estaba "en un estado lamentable". Teniendo en cuenta las diferencias observadas en ambas muestras, que llegan hasta el 12% del total del genoma, y la velocidad de propagación de los virus (el llamado reloj biológico), la progresión matemática sugiere que el sida comenzó a propagarse entre 1884 y 1924. Quizá existía desde antes, pero estaba circunscrito a ambiente selváticos despoblados.

La hipótesis más aceptada hoy es que el virus saltó del chimpancé a los humanos por la caza y la ingestión de animales infectados, pero seguían sin estar claros los factores que le abrieron las puertas para propagarse. Según Worobey, la diversificación del virus coincide con la primera urbanización de Africa central.

Según los investigadores, el crecimiento de los nuevos centros urbanos y las conductas de alto riesgo asociadas fueron la causa de que se expandiera tan rápidamente. Worobey opina que la propagación fue lenta hasta que algún infectado emigró a Kinshasa, donde era más fácil el contagio. Hacia 1960, concluye Morobey, debía de haber miles de infectados en Africa central.