Las nuevas normas de seguridad han convertido el tránsito por los aeropuertos europeos en una carrera donde los obstáculos parecen surgir de una suerte de caja de sorpresas. Pasajeros habituales han relatado a este diario las más variopintas historias de humillaciones, colas interminables e incomodidades sin fin causadas por los exhaustivos registros. La gran mayoría lo acepta con resignación, pero la eficacia de las medidas está siendo cada vez más cuestionada por los expertos en seguridad. Y las compañías aéreas empiezan a olfatear que serán ellas las que pagarán la factura en forma de hemorragia de clientes.

Un guardia civil de Barajas hacía recientemente esta reflexión: "No entiendo de qué sirve limitar los botes de líquido a 100 mililitros. Si se ponen de acuerdo tres o cuatro pasajeros, pueden juntar más de un litro en botellas compradas tras pasar el control". El agente, que pide mantenerse en el anonimato, no cree estar dando pistas a ningún terrorista. "Un niño de 6 años puede llegar a la misma conclusión", razona.

BOLSA DE BASURA Otro caso. Aeropuerto de Londres. Una norteamericana se dispone a embarcar, pero los guardias le dan el alto. Lleva dos bolsitos y en los aeropuertos británicos solo se permite llevar en cabina un único bulto. Discute, se debate y no entiende nada. Hasta que otra pasajera le ofrece una solución en forma de bolsa de basura. Mete los bolsitos en ella y se acabó el problema. ¿Puede concebirse norma más absurda?

Las anécdotas son infinitas, pero la impresión que arrojan coincide al 100% con el diagnóstico de técnicos como Cristophe Naudin, experto en seguridad aérea de la Universidad de París II, que considera "científicamente aberrante" y "comercialmente estúpido" que se prohíba transportar más de 100 mililitros. Con la misma lógica que el guardia civil, asegura que "nada impide que varios terroristas entren por separado las sustancias y después las junten". Naudin demostró recientemente la inutilidad de los controles introduciendo una bomba en el Parlamento Europeo en un debate organizado para denunciar las nuevas normas.

El presidente de la compañía aérea Lufthansa, Wolfgang Mayhuber, lo dijo de una manera más rotunda: "Vaciando los bolsos de las señoras nunca se ha descubierto a un terrorista". Y es que la luz de alerta se ha disparado en las compañías. La responsable de seguridad de la Asociación Europea de Aerolíneas, Nathalie Herbelles, contó como los retrasos han aumentado desde el pasado noviembre y formuló una predicción en unas recientes jornadas. "Las actuales medidas son insostenibles a largo plazo. Nos arriesgamos a que los pasajeros nos abandonen y hasta cierto punto ya lo están haciendo", advirtió.

ORIGEN BRITANICO Tras escuchar estas opiniones tan autorizadas, la pregunta es inevitable: ¿quién tomó la decisión y por qué? El eurodiputado de CiU Ignasi Guardans, que ha emprendido una ofensiva parlamentaria sobre esta cuestión, explica que todo empezó por la detención en Gran Bretaña de "un comando supuestamente terrorista que planeaba a atentar con explosivo líquido". La policía nunca halló este material en los registros, pero las autoridades británicas impusieron en sus aeropuertos normas que causaron transtornos en toda Europa.

El desbarajuste llevó al comisario europeo de Transportes, Jacques Barrot, a convocar en septiembre una cumbre de expertos con objeto de armonizar normas. Y de ese encuentro salió la normativa de los líquidos que entró en vigor en noviembre.