TJtusto cuando acabo de salir de un mes de comuniones profanas y bodas seglares, me entero de que existen los bautizos laicos. Hace tiempo que asisto alucinada al espectáculo de familias no creyentes que celebran por todo lo alto ritos que no comparten, que si por los niños, que si por la suegra, con la misma vieja excusa de las Navidades. A nadie le gustan pero todos acabamos por caer en la rutina impuesta de compras, comidas y cenas. He visto comuniones con pobres niños embutidos en trajes de esos que pican, rodeados de consolas, móviles y reproductores de música de última generación. Y novios que acudían a la iglesia riéndose de la ceremonia, aunque se habían dejado un sueldo en engalanar el sitio supuestamente despreciado. Y ahora, rizando el rizo, bautizos laicos, para dar la bienvenida al nuevo ciudadano a la sociedad democrática, como si nacer aquí no fuera ya suficiente fiesta con la que está cayendo en otros países. Si se trata de festejar lo que sea, se me ocurren otros motivos, el día de la suegra, el cuñado o la tía segunda, y así contentamos a todos. Pero si intentamos ser originales y mezclar churras con merinas, sacramentos y festines, yo propongo la extremaunción laica, por ejemplo, para que los seres queridos abandonen el mundo democrático con alegría y regocijo. Se elegirían padrinos, se recitarían poemas, y se vestiría al agonizante con mortaja de puntillas. Y se podrían regalar ataúdes de diseño, mientras comemos y bebemos, con la ventaja añadida de no tener que aguantar discursos del homenajeado. Todo se andará, solo hace falta que una oveja empiece, y las demás formaremos rebaño.