Extremadura te quiere con locura". Esta fue la frase más gritada y repetida que se escuchó en Guadalupe desde las 8.30 de la mañana del día 4 de noviembre de 1982. Aquel día, un helicóptero trasladaba al Santo Padre desde Madrid y así iniciaba su primera, y única, visita a Extremadura ante la emoción de más de 20.000 extremeños que esperaban la llegada de Juan Pablo II desde las cuatro de la mañana.

La imagen de Santa María de Guadalupe se situó sobre su trono de plata ante la puerta derecha de la basílica, bajo un dosel, mientras el baldaquino, donde se ubicó el Santo Padre para presidir la eucaristía, más a la derecha sobre una terraza.

El aterrizaje del helicóptero ya desencadenó el fervor y el entusiasmo de los extremeños, quienes tremolaron las banderas vaticana, extremeña y española al grito de "Totus tuus" y lanzaron vivas.

Las calles de Guadalupe se encontraban abarrotadas y la gente se agolpaba en terrazas y tejados de las viviendas que se habían engalanado con colgaduras, con el único objetivo de presenciar el momento histórico que vivía Extremadura recibiendo al Papa viajero.

Sobre las 8.40 de la mañana, el Papa pisaba tierra extremeña y le recibían los obispos extremeños, Domínguez Gómez (Coria-Cáceres), Vilaplana Molina (Plasencia) y Montero Moreno (Badajoz), así como del arzobispo de Toledo y cardenal primado González Martín, puesto que Guadalupe pertenece a la Archidiócesis de Toledo. Junto a las autoridades eclesiásticas se encontraban las políticas. El gobernador civil de Cáceres, Alfredo Rodrigo de Santiago, le entregó su bastón de mando, gesto que agradeció Juan Pablo II.

El Santo Padre celebraba ese

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