De las tres personas afectadas por la sentencia de un juzgado de Manresa que retira a una mujer la custodia de su hija --Judith, de 8 años-- por malmeterla contra el padre, es la niña la que está sufriendo las consecuencias más dolorosas, según explicó ayer Adriana L., la madre. La mujer ya ha presentado un recurso contra la resolución judicial, una medida que, sin embargo, no aplazará la ejecución de la sentencia, prevista para el próximo lunes.

Psiquiatras y abogados se sitúan en opiniones polarizadas al analizar un pronunciamiento judicial que no tiene precedentes en España y que, alertan, puede dar lugar a centenares de procesos en busca del mismo resultado. El diagnóstico médico aplicado a la niña en el que se apoya la sentencia --y que le atribuye el síndrome de alienación parental o rechazo fóbico hacia su padre-- podría darse en muchos de los casos de divorcio con hijos que llegan a los despachos de abogados, advirtió ayer Luis Zarraluqui, presidente de la Asociación de Abogados de Familia.

El doctor Josep Tomás, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Infantil, definió de "grave error" el fallo, alertó de la dudosa imparcialidad de los abuelos paternos --ahora y durante un mes encargados de la custodia-- y calificó de "agresión en toda la regla" la separación de madre e hija ordenada por la jueza de Manresa. Ambas no podrán verse durante seis meses.

"En psiquiatría partimos de la base de que nada pasa por una sola causa: pensar que el problema es en exclusiva la mujer es erróneo --sostuvo--. La niña, además, ha establecido una relación de dependencia afectiva con la madre como ocurre de forma habitual y se la separa para obligarla a estar con quien no quiere. Eso se llama agresión".

Tomás alerta además de que el fallo judicial puede incrementar de forma inconsciente pero duradera la aversión de la menor hacia su padre. "Es posible que le coja mucha más manía y que eso aumente al llegar a la adolescencia, cuando lea y analice todo lo que está pasando".

Al presidente del Colegio de Psicólogos de Madrid, Fernando Chacón, le parece "correcta" la decisión, pero considera excesivo el tiempo de distanciamiento fijado por la jueza, y el doctor Vicente Garrido, profesor de psiquiatría infantil en la Universidad de Valencia, pidió que, antes de entregarla a sus abuelos se analice la idoneidad y predisposición de estos.

LA MADRE HABLA Al margen de los expertos, serena y contundente, Adriana L., de 33 años, madre de Judith, declinó estar presente en todos los medios, pero, en un intento de evitar que alguien le aplicara la sentencia de que quien calla otorga, telefoneó a una cadena de televisión y a una de radio y se explicó. "Mi hija está sufriendo mucho --dijo a la SER--. No quiero que esta historia se convierta en una lucha mediática, pero necesito puntualizar que el síndrome de alienación parental no existe más que en la estrategia del psicólogo privado del padre".

Explicó que la relación con Jesús, su exmarido, que acabó en el 2003, se inició cuando ella contaba 23 años. "Hubo malos tratos, contra la niña y contra mí, por parte de él --describió--. Yo era muy joven y ni siquiera sabía que existía la posibilidad de defenderme. Mi gran fallo fue no denunciarlo entonces. La niña ha vivido muchas cosas".

En un tono de práctico soliloquio, dijo que ella es lo que menos importa. "Estamos haciendo daño a la niña --afirmó-. Yo puedo ser la madre más mala del mundo, pero, ahora quien va a sufrir es ella. Mi única preocupación es luchar por su bienestar, piense lo que piense la jueza".