Cualquiera puede hacer la prueba. Sólo hay que acercarse a un vigilante de seguridad y preguntarle: "¿Qué tal es su trabajo?" No parará de despotricar y hablar de sueldos bajísimos, horarios descomunales y servicios ingratos. Según la patronal, se necesitan con urgencia 20.000 vigilantes más, pero la profesión resulta tan poco atractiva que muy pocos se apuntan a ella.

Actualmente en España hay unos 75.000 vigilantes privados. Son pocos. Las empresas están sedientas de personal y cuando no lo tienen movilizan a agentes que carecen de la tarjeta profesional, un documento que se consigue tras realizar un curso de 180 horas en un centro homologado y superar con éxito las pruebas teóricas y físicas ante el Cuerpo Nacional de Policía. Sin ese título no se puede ejercer, aunque la realidad demuestra lo contrario. En la calle, en los edificios, en los restaurantes y en las tiendas hay agentes uniformados, pero sin placa.

El lunes, en el Palacio de las Telecomunicaciones de Madrid, un vigilante de la empresa Orma se suicidó tras matar a dos compañeros con una escopeta de caza y dejar malherida a otra agente. Los dos fallecidos no estaban habilitados por el Ministerio del Interior. ¿Un capítulo aislado? No, a la vista de lo que dicen los sindicatos. "Todas las empresas, desde las grandes hasta las pequeñas, tienen a gente sin título trabajando", afirma Javier Torrejón, responsable del sector de seguridad privada en CCOO.

Angel García, dirigente de UGT en Prosegur, cifra entre un 20% y 30% el porcentaje de vigilantes que están trabajando en la actualidad sin la acreditación profesional. Normalmente, son personas que están realizando el curso de formación. También las hay que han terminado las clases, pero aún no se han presentado a los exámenes oficiales.

A pesar de que la Asociación Profesional de Compañías de Seguridad Privada --que aglutina a las más importantes-- afirma que el 100% de sus empleados tienen el título, la Asociación de la Mediana y Pequeña Empresa de Seguridad (AMPES) reconoce que "hay vigilantes trabajando que no están acreditados".

CONVENIOS COLECTIVOS La conclusión es fácil. Si hace falta tanta gente en el sector, ¿por qué no mejoran las condiciones laborales de los trabajadores para convertir la profesión en algo atractivo? "Las últimas subidas de sueldo negociadas en el convenio han estado por encima del IPC. Gustosamente, todo empresario pagaría más a sus trabajadores si pudiera repercutir esos precios en sus clientes, pero es algo que, en este caso, el mercado no puede asumir", destacan fuentes de AMPES.

Además, fuentes sindicales afirman que los empresarios están creando "muchísimas" empresas de servicios, algo prohibido por ley.