Fármacos de gran consumo, como son los antihipertensivos, o productos exclusivos, difíciles de sustituir por uno de otra marca y de obligada toma diaria, entre los que figuran los antipsicóticos que tratan la esquizofrenia o los antineoplásicos contra el cáncer, dejan de estar disponibles en las farmacias catalanas de forma recurrente y durante periodos que oscilan entre las 12 horas y las dos o tres semanas. Ese desabastecimiento, que afecta al 68% de las farmacias, ha provocado más de una crisis de pánico en enfermos que, tras recorrer media docena de comercios, no encuentran el fármaco inmunosupresor que deben tomar a diario para evitar que su cuerpo rechace el órgano que se le trasplantó.

Esta anomalía, inusual en un sector que acostumbra a reponer tres o cuatro veces al día un fármaco agotado, es consecuencia de la exportación o reventa por parte de distribuidores españoles a países de la UE --Alemania, Holanda y Gran Bretaña, en especial--, de la producción que las multinacionales farmacéuticas destinan al mercado español.

El fenómeno, desestabilizador pero legal gracias al libre comercio comunitario, se sustenta en el hecho de que en España los medicamentos, casi siempre de producción internacional, son un 50% más baratos de media que en la mayoría de países de la UE.

Es decir, que a los farmacéuticos alemanes les resulta más rentable comprar sus productos a los distribuidores españoles que directamente al laboratorio.

OBLIGADOS POR LEY Dado que tanto la industria farmacéutica como las empresas españolas que distribuyen medicamentos a las farmacias están obligadas, por la ley y por sus contratos comerciales, a no desabastecer el mercado interior, la escasez casi siempre se limita en el tiempo, nunca es total y permanente.

La industria intenta frenar la fuga de sus fármacos desde España, ya que ese comercio paralelo a precio barato le supone una pérdida de 2.500 millones de euros anuales.

Para conseguirlo, restringe al máximo la producción destinada a las farmacias españolas, lo que contribuye a un mayor desabastecimiento.

"Los distribuidores que reexportan desde aquí tensan la cuerda pero no la llegan a romper, porque se les podría sancionar --afirma Jordi de Dalmases, del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona--.