El jugador de ajedrez estadounidense Bobby Fischer, que arrebató el título mundial a los soviéticos en 1972, estuvo en el punto de mira del FBI. La organización sospechó que su madre, Regina Fischer, podía ser una espía de la Unión Soviética y que él era un agente del KGB.

El origen del recelo fue la residencia de la madre de Fischer en Moscú, entre 1933 y 1938, ciudad en la que estudió medicina antes de regresar a su EEUU natal, donde, en 1943, nació Bobby. La prensa estadounidense publicó ayer que el FBI vigiló los pasos de la familia durante tres décadas. En la actualidad Fischer tiene 59 años y ha defendido los atentados del 11-S, porque, según él, EEUU "debería ser borrado del mapa".