Steven Spielberg, entre líneas, ya revelaba que hacía trampas en Parque Jurásico . Sam Neill, el paleontólogo Alan Grant en la película, trata de impresionar a los niños: "Imagínate en el periodo Cretácico. Ves frente a ti a un pavo de seis pies del alto...". Así, de 1,80 metros y como un pavo, les describe lo que es un temible velocirráptor. La leyenda de la altura nunca tuvo mucho fundamento. Los fósiles hallados de tan fascinante dinosaurio ya permitían saber que como mucho alcanzaba el metro de altura y, más o menos, unos 15 kilos de peso. O sea, un pavo. Pero un artículo de la revista Science acaba de cerrar el círculo al confirmar la sospecha de que, además, tenía plumas.

El profesor Alan Turner, paleontólogo del Museo Americano de Historia Natural, dio en 1998 en Mongolia con un fósil de velocirráptor suficientemente bien conservado para intuir en el antebrazo del ejemplar los cálamos o cañones que unen las plumas al hueso en las aves. "Esto es algo que sospechábamos, pero que nunca habíamos podido probar", se felicita.

La conclusión es bien singular. Los velocirraptores tuvieron también sus antepasados y estos, probablemente, eran aves que, con el paso de los siglos, perdieron la capacidad de volar, pero no por ello las plumas. Las plumas, lamentablemente, no tienen a bien conservarse millones de años. El profesor Turner, por lo tanto, ha llegado a su interesante conclusión porque en el cúbito hallado se intuye una secuencia de estructuras separadas entre sí por unos cuatro milímetros cada una.

¿Hizo más trampas Spielberg? Por supuesto. No solo se inventó una piel de escamas para uno de los malos, sino que además le presentó como a un ser de inteligencia superior a la de un delfín o una ballena. Resulta que tampoco. Puede que en un examen de selectividad entre dinosaurios sacaran buena nota, pero, al parecer, en la actualidad no serían más listos que un gato doméstico. Sí que un pavo.