Quien ha visto y quien ve a la Feria de Mérida. La conocimos hace treinta años, con varias corridas de la máxima categoría, en lo que un serial de unos cuatro festejos. El coso de San Albín, si no se llenaba, casi se cubrían sus tendidos. A principio de los años noventa echaron a Raúl Recuero, el empresario de siempre, y allí comenzó la caída de una plaza que fue en su tiempo la mejor de Extremadura.

Este año sólo les puedo contar la corrida de ayer de lidia a pie, y la de hoy de rejones. El público tampoco ha respondido, y así pocas opciones de mejora caben.

La corrida de Jandilla y de Vegahermosa, el otro hierro de la casa, fue manejable en conjunto, con un lote muy bueno: el de Ferrera; otro malo: el de Finito; y otro desigual: el de El Cid.

Ferrera reaparecía en Mérida tras una reciente cornada, y la verdad es que no se le notó. Pleno de ambición, con gran conexión con los tendidos, lo mejor es lo rematadamente bien que toreó al primer toro de su lote, de nombre Zurrapelado. Fue un gran toro, bravo y noble, pronto y repetidor que se rebozaba en la muleta.

Ya en el recibo a la verónica lo toreó muy bien Ferrera en lo que fueron lances mecidos ganando terreno hacia los medios. Fue muy aplaudido en banderillas, con un tercer par de mucha exposición que inicia con quiebro en los medios, para clavar tras un cuarteo.

Hubo un inicio primoroso de faena, primero ayudando al jandilla a romper hacia delante, concluyendo con la trinchera y el pase de pecho. Hubo gusto y estética. Después llegaron dos series con la diestra y otra al natural, con el torero encajado, corriendo la mano muy despacio y muy hasta el final, de gran nivel. El toro seguía embistiendo en lo que era una faena muy exigente pero ya Ferrera lo tomaba más en corto, y llegaron los circulares y los desplantes. El extremeño paseó dos orejas.

El quinto prometía y, tras el recibo a la verónica, le cuajó un tercio de banderillas muy espectacular, con cinco pares. En la muleta el animal se dañó en una caída en su celo por seguir el engaño, y pronto se vino a menos. Andaba justo de raza y Ferrera le hizo una faena metido entre los pitones. Cortó otra oreja.

La otra faena de la tarde se la hizo El Cid al buen sexto, al que lució cuando le daba sitio y el animal le respondía con mucha calidad. Antes le hizo el torero de Salteras un bello quite de dos verónicas en las que lucía su elegancia, abrochado con dos medias verónicas.

El Cid inicio el trasteo sin más desde los medios y hubo una primera serie muy ligada. Daba tiempos y distancia al astado, y brotaron otras dos series, vertical el torero, dejando la muleta puesta y sin toques, de mucha expresividad.

Al natural protestaba el animal y siguió el diestro más en corto, con circulares de buen remate, para concluir con un toreo de regusto, con pases cambiados por uno y otro pitón. Tras un pinchazo llegó una gran estocada, y las dos orejas.

El tercero fue un toro nada fácil porque se venía al paso. Trató de llevarlo El Cid, pero afloraron las dudas y llegaron las desigualdades.

En el lote de Finito de Córdoba entró un primer toro de poca transmisión, que además duró muy poco. El cuarto fue un burel áspero y con genio, muy a la contra para el torero cordobés, quien se puso por ambos pitones, sin poder lucir. Mal con el descabello, fue pitado.