La feria de Pamplona, cuya esencia es el toro bravo, premisa de la que se deriva la exigencia del torero valiente y capaz, ha tenido este año sus mejores circunstancias en los nombres de la ganadería de Cebada Gago y del matador Antonio Ferrera, cuya participación en el ciclo, aunque por separado, fue la clave del triunfo.

Cebada Gago y Ferrera, o viceversa, son los grandes protagonistas de una feria llamada del Toro , en la que, no obstante, llama también la atención la paradoja de un desastre casi generalizado en el capítulo ganadero. De ahí que los cebadas sean la principal y prácticamente única referencia de bravura en estos sanfermines.

APOTEOSIS FERRERA Feria de mansos sin paliativos, en la que los resultados artísticos han estado en consonancia, es decir, pocos triunfos verdaderamente importantes, aunque la apoteosis de Ferrera con el único toro de Victorino Martín que "sirvió", al que cortó nada menos que el rabo, vale por todos los que no se dieron, y más.

Dramática y heroica actuación la de Ferrera, que herido de gravedad, y en una corrida en la que el ganado estaba saliendo con muchas dificultades y hasta con peligro, él apostó por el triunfo. Y no fue sólo la actitud, sino también la aptitud, porque terminaría emocionando con un toreo impensable en tales circunstancias, de arrojo y parsimonia, de trazos limpios y hondos.

Valor, firmeza, seguridad... y nada de temeridad e inconsciencia como algunos han querido ver en un análisis más frío, porque en todo caso hay que resaltar también que en aquel clima de tremenda conmoción, el único que controlaba era el propio Ferrera.

Y aunque entre las ganaderías el nombre de Cebada Gago es la excepción que confirma la regla de la mansedumbre, en el caso de los toreros, además del ensalzado Ferrera hubo algún nombre más, dos de los cuales merecen asimismo estar junto a él en un hipotético podium: Sebastián Castella y Salvador Cortés.

Orejas importantes en la buena corrida de Cebada Gago, una cada uno, cortaron el debutante Fernando Cruz, muy resuelto, valiente y con gusto, y el local Francisco Marco, también en la línea de la valentía y el tesón.

OTRAS ACTUACIONES Un apéndice se llevó Eduardo Gallo en la del marqués , sin embargo, ni mucho menos se parece a los anteriores, pues ni la faena tuvo entidad -larga y laboriosa, y con muchos enganchones-, ni hubo mayoría de pañuelos que lo pidieran. Al otro extremo de la generosidad resulta ingrato que una faena de muy buena técnica y valor a cargo del Fundi en la de Miura se quedara sin premio. Cosas de la surrealista Pamplona. En la misma miurada, Vilches estuvo dispuesto y en los detalles, y Padilla no pudo.

Uceda Leal, que toreó un doloresaguirre con la clase de los privilegiados que atesora, se quedó también sin trofeo, pero en su caso fue por no matar a la primera. En esa corrida Dávila Miura y Robleño pasaron con pundonor.

El Juli anduvo fácil con los gigantes de Fuente Ymbro , y en la misma corrida Perera quiso mucho, los dos sin premio. Ponce dio una de cal y otra de arena en la mansada de Alcurrucén , en la que El Cid tampoco tuvo toros ni ánimo.