El extremeño Antonio Ferrera reapareció ayer en Pamplona pero actuó con los puntos todavía de una espectacular y grave cornada que había sufrido hace una semana en Teruel, por lo que su intervención fue la del quiero, pero se le notaba que no podía. No estaba recuperado aún. Ni siquiera con su fuerte, las banderillas, dijo nada.

La de ayer fue una gran corrida de Fuente Ymbro, a la que solo se apuntó para el triunfo Salvador Cortés, que cortó tres orejas, ha venido a dar realce a la feria taurina de San Fermín, que desde ayer tiene muy alto el listón gracias a estos dos nombres.

Corrida impecable de presencia. El toro bravo se comporta como tal sobre todo cuando está bien hecho. Cuenta mucho su característica morfológica. Con el peso apropiado a su esqueleto, y fino de cabos. De apariencia seria, como corresponde al trapío que se exige en plaza de primera . Nada de exageraciones a pesar de la media de kilos por encima de los 600, en todos los casos muy bien repartidos. Un toro que asusta, y, sin embargo, por su aspecto mismo aporta importancia a lo que se le hace. La corrida de Fuente Ymbro, por si sola, merecería la crónica entera, por la grandeza que mostró. Pero hubo también en la tarde un nombre que supo reivindicarse una vez más también como grande. Salvador Cortés. Gracias a él el festejo terminó con el aire triunfal que se merecían los toros.