El escritor Joan Perucho, muerto el pasado martes en Barcelona a los 82 años, hizo de la imaginación su principal herramienta creativa con la que construyó un universo literario que, en determinadas etapas de su vida, fue a contracorriente de las modas del momento.

Ese recurso a la imaginación, a la creación de un mundo mágico y lleno de fantasmas, era como la otra cara del espejo de un Perucho que tenía como ocupación la de juez, una profesión donde la letra de la ley no deja muchos márgenes para especulaciones imaginativas.

Perucho fue incinerado ayer en Barcelona en una ceremonia.

Ha dejado una extensa obra, en catalán y castellano, y un libro, Historias naturales que está incluido en el canon de Harold Bloom. Su talento fue reconocido en 1968, lo que obligó a la crítica a hablar del boom Perucho, y dos décadas después empezó su proyección internacional. Fue traducido a 25 idiomas.