Alicia Alonso (La Habana, 1920), recibió a principios de mayo la noticia de que el Gobierno le había concedido la Medalla de Oro de las Bellas Artes. Un reconocimiento más de España al que se sumará mañana el homenaje que recibirá con motivo de los 60 años de la fundación del Ballet Nacional de Cuba. Hija de un militar veterinario, en 1948 fundó en la capital cubana el Ballet Alicia Alonso y, tras el advenimiento de la revolución, recibió el respaldo oficial. La compañía se convirtió en el Ballet Nacional de Cuba. Una infección le produjo un desprendimiento de retina que, al persistir en la danza, la sumió en la ceguera.

--Fidel Castro ha dicho adiós, y usted sigue.

--¡Fidel no ha dicho adiós!

--En chandal.

--Sigue escribiendo artículos y aconsejando a todos.

--Digamos que él se ha cansado del escenario.

--Por desgracia tampoco yo puedo bailar en él. Aunque bailo y bailo con mi mente, y me quedo muy cansada porque los músculos reaccionan al pensamiento. Además, tengo una tremenda curiosidad por todo.

--¿Qué tipo de curiosidad?

--Me fascina lo que se descubre en el espacio, pero también los hallazgos arqueológicos. Me encanta poder mirar para arriba y para abajo. Estar en medio es algo maravilloso, ¿no?

--Curiosa percepción del mundo.

--Yo al mundo lo veo redondo, m´hija. Damos vueltas y vueltas, y chocamos siempre con la misma chinita, como trompitos locos. Capacitados como estamos para descubrir cosas maravillosas, no sabemos cómo no matarnos los unos a los otros.

--Poco puede hacer el ballet para mejorar las cosas.

--¡El arte nunca tuvo más sentido! ¡Qué belleza salir del teatro flotando, fortalecido, con la mente descansada! La danza expresa la vida en sí.

--La expresa con mallas y tutús.

--Yo no resisto esos ballets en los que lo único que hacen es cambiarse de traje... Desde que el bailarín entra en escena tiene que hacer sentir al público.

--No siempre se debe de poder.

--Siempre. En escena te olvidas de ti. Eres feliz. Aunque la verdad es que tras la función nunca me sentí satisfecha. A mí no me hace falta leer las críticas, porque la peor es la mía.

--Por si las moscas, se casó usted con un crítico de danza.

--Así es y siempre me hizo buenas críticas, je, je. Si no hubiera sido así, ya no habría matrimonio, je, je. De lo malo ya se encargan otros.

--¿Se han encargado mucho?

--Una vez me pusieron alfileres dentro de las zapatillas de punta. ¡Parece mentira cómo reacciona el ser humano herido!

--Dicen que, cuando se enfada, tiembla la isla.

--Si tienes una compañía durante 60 años, la disciplina es cuestión principal. Solo pido la disciplina que he tenido conmigo.

--¿Capta lo que le viene a Cuba?

--¿Qué quiere usted decir?

--Hablo del futuro, doña Alicia.

--Lo que yo querría es que nos dejaran tranquilos y solos, que nos quitaran el embargo. Pero, bueno, aún estamos vivos y tenemos una de las mayores escuelas de ballet clásico del mundo.