Concluyó la feria de 2017, la del reencuentro, y lo hizo con un festejo que mantuvo el interés durante la lidia de los seis toros. El encierro salmantino de Charro de Llen resultó manejable en conjunto, y no muy ofensivo por delante. Ante él se vio de todo, y en general bueno. Magnífico el toreo de capote de Cayetano y Emilio de Justo, que pasearon un trofeo cada uno. Torería y gracia por parte de Cayetano en diversas fases de sus dos faenas. Arte, mucho arte el de Emilio de Justo ante el tercero. Y la madurez, la perfección técnica de Miguel Ángel Perera, que por algo es una figura del toreo, lo que le permitió abrir la puerta grande.
Castaño albardado y abrochado de pitones era el toro que abrió la corrida. Terciado, no se desplazó en el capote de Miguel Ángel Perera. Un puyazo delantero, en el que hizo sonar el estribo. Quite por chicuelinas, poco recorrido del animal. Gran lidia de Javier Ambel y magnífico Curro Javier con los palos. Mansote pero con pies el de Charro de Llen en banderillas.
Perera comenzó su faena por arriba junto a tablas. Siguió en el tercio, serie por abajo citando de lejos. Segunda ya en los medios, leves toques, le faltaba final al animal. Mucha suavidad de Perera, tenía que perderle pasos. Al natural de uno en uno, casi acariciando una dulce embestida aunque justa de celo. Otra con la zurda, limpios los muletazos, lo llevaba por abajo y acrecentaba el recorrido del toro al no dejarle tocar la tela. Nuevamente con la derecha, tanda muy templada, y dos series al natural, que fue cuando subió de tono la faena. Final de cercanías y manoletinas. Estocada desprendida y oreja.
El extremeño había tenido un toro de gran nobleza pero de poca transmisión, al que le hizo una faena muy lograda por ambos pitones, con la virtud del temple y con su concepto de engancharlo por delante y llevarle largo por abajo, sin violencia en los toques, lo que hizo al animal ir a más.
Agradable por delante, tuvo salida de corraleado el cuarto porque salía huido del capote de Perera. Tomó una vara apretando aunque salió suelto y se fue corrido por su cuenta otra vez al caballo.
Comienzo de faena por abajo pero sin cortarle el viaje. Perera en las afueras, de pronto brotó una serie magnífica sobre la mano diestra, una segunda y una tercera aún más logradas, muletazos largos, profundos y limpios. Le daba sitio y lo llevaba, obviando los toques que no eran necesarios y que descomponen a muchos toros. Al natural, con el burel a menos, el torero, puesto en el sitio llevaba al animal, y con el envés de la muleta en la diestra fue exprimiendo a un astado por el que al principio nadie apostaba. Estocada desprendida y segunda oreja.
Nadie apostaba pero con él se confirmó que la suerte de varas es fundamental, porque además de quitar resabios hace que los toros se templen. Y así fue, y todo un detalle fue que el astado cruzara el ruedo y se fuera a morir a las rayas del otro lado de la plaza, como los bravos de verdad. Y es que tuvo una bella muerte de bravo, resistiéndose a doblar. Toro de extremo interés y torero en sazón, que sacó lo mejor de él.
Un puyazo
Acapachado de cuerna, se frenaba en el capote de Cayetano el segundo. Tomó un puyazo delantero, del que salió suelto. Con pies en banderillas, apuntaba genio.
Muy torero y muy efectivo el inicio de faena de Cayetano, doblándose con el astado por abajo, con la trinchera y el de pecho. Así hay que someter a los toros que muestran aspereza. En redondo, primera con la diestra y segunda con la zurda, el torero quería llevarlo pero le faltaba seguir la muleta hasta el final, se quedaba corto y se defendía con un molesto derrote. Ayudados por bajo finales, de mucho sabor. Pinchazo hondo y dos descabellos, saludó.
Castaño y entipado, cómodo de pitones el quinto. De embestida desigual en los lances de recibo de Cayetano, fue otro toro que confirmó la importancia de la suerte de varas porque cobró un puyazo y mejoró hasta el extremo de permitir al torero sentirse con el capote, en lo que fue un toreo de categoría. Primero a la verónica, que es la suerte fundamental del toreo de capa, y en un segundo quite por muy ajustadas gaoneras.
Comienzo de faena sin obligar al animal y pronto en el tercio. Con la diestra, llevando al toro salmantino con dulzura porque no andaba sobrado de celo. Fue la de este torero de dinastía una labor muy por encima de las condiciones del astado, a quien llevaba muy tapado y le corría la mano con templanza. Naturales de frente a pies juntos de sabor añejo y ayudados finales que confirmaban la belleza del toreo a dos manos cuando se hace a compás y bien.
Colorado y bociblanco, abrochado de pitones el primero del lote de Emilio de Justo. Metía bien la cara en las verónicas acompasadas del torero, mas salía distraído. De categoría la media verónica con la que remató. Puyazo estupendo, delantero y medido, el animal se enceló con el caballo. Quite del de Torrejoncillo con el capote a la espalda, de buen concepto, muy aplaudido. Toro aquerenciado a tablas, y queriéndolo sacar el banderillero clavó los pitones en el albero.
Era un toro manso, la cuestión iba a ser su duracción y si De Justo lo iba a poder aguantar en las afueras pues, mientras brindaba al público, el animal se fue a la puerta de toriles. Pero el manso resultó serlo de libro, porque huía hacía los tableros. Resignación y oficio fue lo que sacó el torero a relucir entre las dos rayas, donde citaba al animal con la diestra para lograr dos tandas a cámara lenta, lo que acrecentó cuando se echó la mano a la zurda para lograr muletazos muy templados, asentado y con expresión el torero, que con naturalidad en su toreo fue desgranando una faena de gran mérito. Pero la espada nunca ha sido lo mejor de este torero artista.
A portagayola se fue Emilio de Justo a recibir al sexto. Lo hizo con una larga cambiada para seguir a los acordes, también ayer, del redoble, con soberbias verónicas por su ajuste y cadencia, con la media de remate envolviéndose el capote a la espalda.
Dos puyazos, muy trasero el segundo y muy largo, apretaba el animal a pesar de su mansedumbre, pero se sacó el caballo a los medios. Quite por chicuelinas garbosas, magnífica la tercera al llevar al burel toreado con los vuelos del capote, y estupenda la media verónica. Emilio de Justo torea como los mejores con el capote. Y otro puyazo más cuando el banderillero dejó las dos banderillas en el agujero del puyazo.
Brindis a Fernando Cepeda, que fue un gran capotero y hoy es el apoderado de Perera. Gran comienzo de faena, por alto, llevando al animal con mucho arte. Con la diestra en el tercio, muleta adelantada, le costaba al toro repetir porque acusaba ese larguísimo puyazo. Segunda serie, de uno en uno, siguió al natural, ya sin fuelle el de Charro de Llen. Y es que también se demostró ayer que a los toros hay que medirles el castigo.
Final de feria, y todos contentos. Hasta el próximo año, con el deseo de que Cáceres no se vuelva a quedar sin toros y el que quiera ir, que vaya, y el que no, que se quede en su casa, que aquí todos nos sentimos ciudadanos libres.