Con la premisa de que "el engaño por fin dejará de ser rentable", una empresa de Málaga ha abierto al público el primer negocio en España dedicado a comercializar la prueba del polígrafo o la máquina de la verdad. Infidelidades, robos en el hogar, selección de inquilinos o consumo de drogas son algunos de los casos indicados para recurrir al aparato, previo pago de 700 euros. Los promotores defienden su utilidad en procesos de selección de personal y como herramienta para prevenir casos de espionaje industrial, cohecho o fraude.

Fuentes de la empresa Omnis explican que la elevada fiabilidad del polígrafo --cifrada en un 95%, solo superada por la del ADN, según su página de internet-- le han convertido en un elemento habitual, con las pruebas psicotécnicas, en los procesos de selección de personal de todo el mundo multinacionales de EEUU, México, Alemania y Reino Unido, ya que permite comprobar si el candidato miente en su currículo. Estos aparatos son empleados por órganos de seguridad, policía y servicios secretos de más de 90 países, y tiene validez en procesos judiciales de Japón o Norteamérica. "Si los políticos hubieran sabido que tenían que someterse a la prueba, tal vez podían haberse evitado casos como el de Marbella", afirman desde Omnis.

Los responsables de la firma reconocen que, tal vez porque no existe esta cultura o por el carácter confiado de los españoles, aquí no está extendido su uso.

CONTROL FISICO El polígrafo apenas lleva una semana en España desde que llegó, procedente de México, con una especialista de este país que realizará las pruebas durante los primeros días. El funcionamiento es sencillo: se conectan dos neurógrafos (tubos de goma) en el pecho y abdomen para controlar la respiración, mientras que otras dos placas de metal unidas a los dedos miden la actividad de las glándulas del sudor. También controlan la presión de la sangre y el pulso.

Así ven los cambios fisiológicos relacionados con la mentira: alteración cardiaca, presión sanguínea, respiración y reacción galvánica de la piel. Unas dos horas, en la que técnico y sospechoso pactan las preguntas.

"Se trata de un proceso muy alejado de lo que se muestra en programas de televisión", aseguran en Omnis, criticando que la proliferación de la máquina en espacios de corte rosa ha contribuido a "distorsionar" su verdadera funcionalidad.