Como Liverpool es la Capital Europea de la Cultura para el 2008, Ringo Star se propone reivindicar aquella vieja revolución del amor a la que The Beatles puso banda sonora, All you need is love y todo eso. Solo que esa revolución está más muerta que los faraones de Egipto. En realidad fue un aborto. La mataron en el pesebre entre unos meapilas y unos mercaderes. Quizás ya no se acuerde nadie, pero por aquellos años hubo quien salió a la calle a quemar discos de los Beatles. Fue cuando a Lennon se le ocurrió decir que eran más grandes que Jesucristo. Quemaron los discos porque no tenían a mano al músico, que cuando un religioso se pone estupendo no repara en gastos. Yo no sé si lo de Lennon fue una exageración, pero en mi vida ha dejado más honda huella el Hey Jude que el Sermón de la Montaña . Y no es por fastidiar, pero la gente se sabe mejor la música de los cuatro de Liverpool que las parábolas de los doce apóstoles. Aunque ahí quedó todo. El sistema se merendó el espíritu de los sesenta de un bocado. Un mundo utópico de amor y paz donde la música era el idioma universal y las flores el símbolo de una vuelta a la naturaleza. El flower power . Qué pena que aquello les pareciera tan mal a los líderes de la época, porque se perdió una oportunidad de oro para haber construido un mundo en el que cuando mentáramos al Altísimo no cupiera dudas de que estábamos hablando de Pau Gasol . Y, sin embargo, aquí seguimos, cuarenta años después y a vueltas con los obispos y sus injerencias. No sólo no conseguimos la laicidad, sino que a partir de este año la Iglesia se lleva por ley el 0,7% del IRPF. Los hijos de los hippies llegaron al poder, pero de revolución ni flowers.