La detección precoz por parte de la familia y los profesores resulta vital para reducir los altos porcentajes de menores con trastornos de personalidad. En la mayoría de los casos, esas anomalías suelen remitir e incluso desaparecer con un tratamiento médico adecuado. De lo contrario, la situación puede terminar por afectar la percepción de la realidad y lesionar seriamente el sistema nervioso central del menor afectado.

La inadaptación social y el retraso escolar esconder algún trastorno. Otra señal de alarma es la crueldad con los animales. Más aspectos preocupantes son la anorexia, la inmadurez emocional y el estrés permanente, que indican igualmente la existencia de problemas. Según afirman los expertos, de no atenderse convenientemente, dan lugar a personalidades inestables y paranoides que alimentan la criminalidad.