La francesa Chantal Sébire, cuyo caso relanzó el debate de la eutanasia en Francia tras haber pedido a la justicia el derecho a morir dignamente, falleció el pasado día 19 tras haber consumido una "dosis mortal" de barbitúricos, según los resultados de los análisis anunciados hoy por la Fiscalía. La mujer, enferma de un tumor incurable que le causaba dolores atroces, apareció muerta en su domicilio cerca de Dijon dos días después de que un tribunal le negara su petición de que se le practicara la eutanasia activa.

La autopsia del cuerpo no aclaró los motivos de su fallecimiento, por lo que el fiscal de Dijon, Jean-Pierre Alacchi, pidió que se procediera a análisis toxicológicos de las sustancias encontradas en el cadáver. Los resultados de estas pesquisas han revelado la presencia en la sangre de Sébire de una cantidad de barbitúricos tres veces superior a lo que se considera una dosis mortal, indicó el fiscal. Alacchi señaló que se ha abierto una investigación para determinar cómo accedió Sébire a ese barbitúrico que no se vende en las farmacias.

Dolores atroces

Afectada por un poco común tumor nasal incurable que le provocaba dolores atroces y que le había desfigurado el rostro y causado ceguera, Sébire saltó a la luz pública cuando se dirigió a los tribunales para pedir que le aplicaran la eutanasia activa.

Como ese extremo no está recogido en la ley francesa, los jueces rechazaron su petición, pero su iniciativa reavivó el debate sobre la eutanasia, hasta el punto de que el Gobierno conservador francés ordenó una misión de evaluación sobre la ley de 2005 sobre cuidados paliativos. Numerosas voces, incluidos algunos miembros del Ejecutivo, se pronunciaron en favor de introducir en la ley una modificación que permita aplicar la eutanasia a casos extremos como el de Sébire.

La actual legislación francesa permite a los doctores medicar a los pacientes que lo soliciten hasta que entren en coma y, en ese estado, aguardar la muerte, pero no autoriza a aplicar la eutanasia activa. Sébire rechazaba esta propuesta porque quería "morir con dignidad", rodeada de sus hijos, amigos y médicos.