La imagen de Francia y de California como sociedades avanzadas, donde la homosexualidad dejó de ser tabú hace tiempo, se ha visto superada en los últimos años por la decisión de países como Holanda y España de legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo. En el país de la libertad, la igualdad y la fraternidad, la situación no solo resulta incómoda --incluso en las filas conservadoras--, sino que plantea problemas de adaptación a la realidad social. Por eso, el Gobierno de Nicolas Sarkozy busca la forma de subirse al tren de la familia moderna con un proyecto de ley para regular el estatus jurídico de los padrastros, que reconoce por primera vez en un texto legal la "familia homoparental".

Hasta ahora, en Francia el único derecho jurídico reconocido a las parejas homosexuales es la unión de hecho, pero no tienen acceso a la institución del matrimonio ni a la adopción. En cambio, no se discrimina en función de la orientación sexual a las personas que quieran adoptar en solitario, sean hombres o mujeres. Se da pues la contradicción de que se niega esta posibilidad a una pareja homosexual pero no a uno de los miembros, si realiza la petición en solitario. Esta política no ha impedido la existencia de 30.000 familias homoparentales en Francia.