TAtntes de que se inventaran las entrevistas cutres de los dominicales, fray Luis de Granada se hizo una larga y tortuosa entrevista a sí mismo y llegó a la conclusión de que las siete cosas que hacen de la vida una mierda son su brevedad, su incertidumbre, su inconstancia, su engaño, su fragilidad, la miseria y la muerte. Cinco siglos después, seguimos en las mismas. Puede que ya no sea tan breve, pero atravesar una vejez de cuarenta años tampoco es precisamente una bicoca. De lo que no hay duda es que las reflexiones de fray Luis dan en el meollo de las preocupaciones más serias. Y es el modo de afrontarlas lo que define la ideología de los partidos políticos, y de las personas. Digamos que para los que son del bando de fray Luis, Dios es la solución final y definitiva. El mundo es un invento ajeno que hay que aceptar tal como es, aunque venga con defecto de fábrica. Son los que invitan a dar a Dios lo suyo y a César, lo que es de César.

Pero, para los que ven las cosas desde el lado izquierdo de fray Luis, el César y Dios son sólo dos problemas más. Para ellos, el eje sobre el que gravita su universo es el Hombre; y su único objetivo, acotar la miseria, la inconstancia, la brevedad y, si me apura, a la muerte. Pero no en el más allá, sino en esta vida y en este mundo. Nunca con engañifas ni bombas, sino con juicio y entendimiento. Para ellos, es sólo una corruptela del lenguaje que se llame progresismo a cualquier progreso que no vaya encaminado hacia la felicidad real de las personas. Son, por lo común, carne de abstención y desengaño, hartos de que unos tahúres les den tocomocho y les suplanten la devoción a Dios y a César por la veneración a un Partido.