TUtna delgada línea roja de carne de buey, parmesano espolvoreado, una pizca de apio, un ave maría de sal, un suspiro de bálsamo de Módena... ¡Voilá! Il carpaccio. En los restaurantes extremeños se han puesto de moda las láminas finísimas de carne o de pescado crudas y maceradas. El carpacho, un plato inimaginable hace diez años, es hoy el rey de los entrantes novedosos. ¿Pero quién lo introdujo en la región, dónde se tomó el primer carpacho auténtico en Extremadura? La historia se remonta un par de lustros atrás, cuando una empresaria hostelera decidió abrir un restaurante en un bello local de la Gran Vía cacereña. Deseaba que el negocio supusiera una novedad y tras auscultar el mercado, apostó por la cocina italiana, pero para ello era imprescindible contratar a un cocinero trasalpino.

Una empresa de servicios con sede en Cáceres y delegación en Málaga insertó en el diario Sur de la ciudad andaluza un anuncio solicitando un cocinero italiano y así apareció Gian Carlo Fresotti, un profesional siciliano de los fogones que se trasladó a Cáceres con su esposa, alquiló un piso en la llamada plaza de los maestros y comenzó a trabajar en aquel restaurante de la Gran Vía que iba a llamarse Il Canaletto y acabó denominándose Chiara.

Antes de marcharse de Extremadura, Gian Carlo Fresotti pasó por el restaurante de la cafetería Acuario y también trabajó en Coria. De su paso por Cáceres ha quedado una sutil huella gastronómica: aquí se prepara il vero carpaccio italiano, algo de lo que no pueden presumir todas las ciudades.