TLta última novedad de la cadena de comida rápida Burger King es un perfume con olor a una de sus hamburguesas, concretamente a Whopper, y dirigido especialmente a los hombres. El mensaje con el que se publicita la colonia dice así: "Lleve el aroma de la seducción con un punto de carne a la parrilla". Además, la publicidad insiste en que el tipo que lo use podrá mantener vivo cualquier romance gracias al particular perfume a cebolla, pepinillos, tomate, lechuga, queso y carne. Parece una capullada, ¿no? Pues se ha agotado en poco tiempo. Supongo que debe ser que, además del olor a fritanga, lo friki engancha. Sacar al mercado cosas de este tipo es típico de estas fechas. La Navidad se ha convertido en un periodo estratégico para poner a la venta productos que no funcionarían en otro momento. ¿Por qué?, pues porque la Navidad es la fecha más friki del calendario y en la que cualquier frikada se entiende, se justifica o se perdona. Por ejemplo, un día normal del año ver a un tipo por la calle o en la tele vestido con traje de sevillana, aletas de buzo y casco de moto nos parecería una solemne gilipollez. Pero si a esta penosa imagen le unimos una tira de décimos de lotería y al tipo le ponemos en el Salón de Loterías el día del Sorteo de Navidad todo nos parecerá entrañable y divertido. Los publicistas no son los únicos que lo saben. El Papa, por ejemplo, también lo sabe y nos ha pedido estos días que protejamos a la Humanidad de las conductas gays. Seguro que ha elegido la Navidad para lanzar esta perogrullada a fin de que luego, en enero, ya no se lo tengamos en cuenta, para que sus teorías nos parezcan entrañables y divertidas. En el fondo, estas ocurrencias del Papa son como el perfume de hamburguesa: una solemne gilipollez cuyo mensaje deja rastro.