La corrida de Ricardo Gallardo, una de las más esperadas del serial isidril, defraudó en todos los aspectos. Sólo se salvó del naufragio el cuarto, que tuvo unas buenas embestidas no aprovechadas por El Fandi, y el tercero en parte por el corazón que puso a lo largo de la faena José Garrido. Fue una corrida mansa en general, con todas las variantes que ofrece la mansedumbre: dos toros muy a menos, primero y segundo; dos potables, tercero y cuarto, y dos ásperos, con genio, quinto y sexto.

Muy en el tipo el primero. Humillaba pero echaba las manos por delante en las verónicas de El Fandi, tras dos largas de hinojos. Apuntaba la cortedad de su embestida, que confirmó en el quite por chicuelinas y tafalleras.

Tercio de banderillas, que cuando lo hace a El Fandi hay que reseñarlo. Primer par de poder a poder, por los adentros; segundo de la moviola; tercero, al cuarteo, y se quedó sin toro. Pidió el torero permiso para un cuarto par, que negó el presidente. Tercio polémico, más espectacular que ortodoxo por la velocidad que imprime este diestro y porque a menudo clava a toro pasado.

Escarbador el animal en la muleta, pronto se aflijió. Se quedaba corto por lo que abrevió el granadino ante la indiferencia del público

Alto de agujas el cuarto, soseó en el capote de El Fandi. Chicuelinas a destajo y el toro que salía distraído. Toro manso. División de opiniones sobre el tercio de banderillas de El Fandi. Unos le pitaban por clavar a toro pasado y otros que gustaban de sus alardes, y del tercer par, que fueron dos para desquitarse de la negativa anterior, un primero al violín y un segundo por los adentros de poder a poder.

Gusta El Fandi del toreo de rodillas, y así inició la faena a ese toro, con muletazos cosidos. Toreo de noria. De pie, acople en una primera tanda en redondo y pronto todo se embarulló: toques bruscos, sin hilo argumental, colocación muy protestada al hilo del pitón, poco ajuste. Faena vulgar, estocada muy baja pero fuerte petición, que el presidente no atendió.

Magnífica lidia

Muy en tipo el primer toro de Miguel Ángel Perera, que ya en el capote cantó lo reservón que iba a ser. Pero a pesar de las dificultades que presentaba el animal, se pudo ver la gran cuadrilla de Miguel Ángel. Magnífica la lidia de Curro Javier, llevando largo al de Fuente Ymbro, y soberbio Javier Ambel con las banderillas, clavando con ajuste y torería en su ir y salir de la suerte. Brindis de Perera al Rey emérito, Don Juan Carlos, para intentarlo a continuación con la muleta. Pero tenía que perder pasos entre pase y pase por la cortedad de la embestida del astado, lo que empequeñecía su labor. Toro sin clase, al que faltaba un tranco, y faena de poco lucimiento.

Estrecho de sienes y por eso protestado de salida el quinto. Soso en el capote, toro también manso. Estupenda la lidia de Javier Ambel, los capotazos justos, llevando al animal.

Astado muy molesto en la muleta de Perera, rebrincado, con la cara suelta. Toro con genio, difícil de templar, a pesar de lo cual el torero no se dejaba tocar la tela. Cada vez más violento, se echó el engaño a la mano izquierda. Faena de mucho mérito, asentado el de Puebla del Prior, encajado, corría la mano con limpieza ante una embestida descompuesta. Si siempre se ha dicho que al torero hay que juzgarle en función del toro, la faena de Perera a ese quinto fue la de un torero en plena madurez.

Pegajoso en el capote el tercero, primero de José Garrido. Picado en exceso, cantó su querencia a tablas. Esperaba a los banderilleros y se dolía. Un paradigma de lo que es un manso.

Brindis también al Rey. Comenzó la faena citando desde los medios por estatuarios y siguió en redondo con la diestra. Aguante del torero, lo enganchaba y lo llevaba por abajo. Segunda serie, muy solvente, le faltaba final al toro pero Garrido le corría la mano con suavidad, muy bien colocado. Al natural, gran serie por lo bien que tiraba de un burel muy justo de empuje y de poco recorrido. Segunda con la zurda, toro muy reservón, lo consentía el de Badajoz y le robaba los muletazos. Faena que encontró calor en los tendidos por la verdad que ponía el torero, por cómo estaba en el terreno del toro, por cómo lo consentía, por lo cerca que se lo pasaba y por la templanza con la que prolongaba unas embestidas remisas. Bernardinas finales, media estocada y dos descabellos.

Con cuajo el sexto, ligéramente tocado de pitones, no se dejó torear con el capote. Manso en el caballo, trotaba y embestía al paso en el quite. Toro mirón y complicado de templar en la muleta porque soltaba la cara, derrotaba, ante la firmeza de José Garrido. En esas estaba, cuando le pegó un derrote a la cara. Es lo que dicen que hacen los toros con genio, que se van a la mínima a la yugular. Al natural, toma y daca, y alternando uno y otro pitón. Mal con la espada.

Tarde de mucho compromiso para Miguel Ángel Perera y José Garrido, y tarde de pocos frutos. Mas no por culpa suya, pues pusieron todo de su parte. Y es que ya se sabe: el hombre propone, Dios dispone pero el toro lo descompone.