Un seísmo de gran magnitud sacudió en la noche del martes el oeste y el centro de México y dejó al menos 24 muertos bajo casas derrumbadas y paredes caídas, en su recorrido desde el Pacífico hasta la capital, donde millones de personas se lanzaron a la calle al temer una repetición del terremoto de 1985. El Gobierno declaró el estado de emergencia en Colima, cuando aún evaluaba desde el aire las consecuencias del movimiento telúrico, de 7,6 grados en la escala de Richter, y el presidente, Vicente Fox, encargó al Ejército las labores de rescate.

Fernando Moreno, gobernador del estado de Colima, frente a cuya costa se registró el epicentro, dijo que 22 personas murieron en ese estado, la mitad de ellas entre las ruinas de varias viviendas que se hundieron en una zona de 16 manzanas particularmente afectada en el centro histórico de la propia ciudad de Colima. El gobernador y la marina dijeron que no resultaron dañados ni los pueblos costeros ni el turístico puerto.

La mayor parte de la capital de Colima, donde habitan más de 200.000 personas, quedó sin electricidad y con todos los servicios básicos interrumpidos. La Cruz Roja atendió a medio millar de personas y afirmó que los "daños de consideración" se extienden por toda esa región. Las autoridades del contiguo estado de Jalisco informaron de la muerte de dos personas, alcanzadas por una tapia en Zapotitlan, y del hundimiento de 40 edificios.

En mayor y menor intensidad, el temblor se sintió en 16 de los 32 estados de México y estremeció a la capital.