El viento sigue siendo favorable para la costa atlántica gallega, pero no así para la del Cantábrico y mucho menos para la de Francia. Las manchas amenazan las aguas francesas empujadas por el vendaval que las desplaza hacia el este, una situación que continuará en los próximos días. Mientras, los medios marítimos y aéreos de inspección han detectado dos regueros de fuel en la zona del hundimiento del Prestige , a 241 kilómetros de la costa gallega, uno de 200 metros y otro de media milla de largo, según informó anoche la Xunta.

El bloque de chapapote está ya muy disperso sobre el Cantábrico, de manera que el punto más cercano de estas placas al litoral está a 53 millas de Estaca de Bares, y el más lejano, a 83 millas.

El mal tiempo impidió los trabajos de los buques anticontaminación y sólo pudo trabajar el barco de Pescanova, que retiró ayer 30 toneladas de fuel del mar. En tierra, la limpieza también se ve dificultada por el temporal, que se mantendrá hoy en la zona de Finisterre y en el Cantábrico.

Pese a que la marea negra está lejos, pequeños restos de fuel siguen llegando a las costas españolas. En Cantabria, había grumos dispersos entre Suances y el límite con Asturias. Algo similar ocurría en Muxía y Camariñas, en Galicia.

Pero la peor parte se la llevaron las principales playas coruñesas, donde operarios municipales recogieron un gran número de bolas de hidrocarburos y retiraron varios peces muertos.

Las Rías Bajas, entre tanto, volvieron a recibir fuel por primera vez en dos semanas. Las bocas de las rías de Vigo y Pontevedra fueron las más afectadas por la llegada de unas galletas que los marineros atribuyeron al crudo de las islas Cíes y Ons que el temporal arrancó de las rocas y el cambio de vientos arrastró a la costa.