Tan breve como inaudible. Ocho minutos escasos invirtió el Papa en la boca de la parada de metro de Jesús, la misma en la que cinco días antes heridos y fallecidos eran sacados a borbotones tras el accidente más grave de metro en España, con 42 personas muertas. A las 12.40 horas, Benedicto XVI descendió del papamóvil y, tras los saludos de rigor, cogió la corona de flores blancas que sus ayudantes le pusieron en las manos y se encaminó hacia las escaleras de la boca de metro. Tras ponerla en el suelo, pidió por "el descanso eterno y en paz" de las víctimas del accidente.