¿Mala suerte o una advertencia a tiempo? Podría ser cualquiera de las dos cosas. Cuando faltan menos de dos meses para que el Gobierno decidida si echa el cierre a la central nuclear de Garoña o alarga su periodo de vigencia, esta planta ha sufrido tres incidentes en solo un mes. El último fallo se registró la madrugada de ayer y afectó al generador principal, que dejó de funcionar y derivó en una parada no programada. El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) clasificó el incidente con un nivel cero en la escala internacional y descartó que haya supuesto riesgo para la población, los trabajadores de la central o el medioambiente.

Los anteriores sucesos tuvieron características similares, lo que llevó ayer al diputado de ICV Joan Herrera, a Ecologistas en Acción y a Greenpeace a reclamar, una vez más, que el Ejecutivo clausure definitivamente la planta porque las averías son "una seria advertencia" sobre el mal estado en que se encuentra esta instalación.

Garoña entró en funcionamiento en 1970 y ahora mismo es la más antigua del parque nuclear español. Su permiso expira a finales del mes de julio y el CSN tiene tiempo hasta el próximo 5 de junio para emitir un informe sobre la petición de prórroga de 10 años más solicitada por el titular de la central o, por el contrario, pedir su cierre. Si este fuera el veredicto, la propuesta sería vinculante para el Ministerio de Industria, que es quien finalmente se encargará de tomar la decisión, pero si el dictamen fuera favorable a la prórroga, el titular del departamento podría igualmente acordar la clausura.

DEMANDAS La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, respondió a las demandas de los ecologistas que el Gobierno tomará la decisión "una vez oídos los informes definitivos". Tanto el Ejecutivo como el PSOE, el partido que le da apoyo, están divididos ante el cierre. En la anterior legislatura, se daba por hecho que la planta se iba a clausurar, pero desde entonces la crisis ha equilibrado la balanza.