El perfil genético de los miles de personas que en los 80 consumieron aceite de colza adulterado determinó que unas enfermaran o murieran y otras superaran el tóxico. Esa es la conclusión a la que han llegado científicos del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Idibaps-Csic), que han analizado a 86 personas que tomaron el aceite, 40 de ellas afectadas por el síndrome del aceite tóxico (SAT).

Una proteína llamada haptoglobina, encargada de transportar la hemoglobina por la sangre, es la que determinó esas diferentes repercusiones, explicó ayer Joaquín Abián, responsable de espectometría de masas en el Idibaps. La haptoglobina se expresa en la sangre con distintas codificaciones genéticas: puede hacerlo en tres alelos (variantes genéticas): el alelo 1, que lo hace en las formas 1s y 1f, y el alelo 2. Esos alelos están presentes con distinta intensidad en la sangre.

La investigación, que publica la revista Proteomics , demuestra que el alelo 1f protege frente al SAT y que menos de un 25% de quienes lo tenían en abundancia enfermaron. En cambio, un 60% de los portadores del alelo 1s se intoxicaron. A este grupo pertenecían casi todas las víctimas.