Del wéstern, del policiaco, de la comedia romántica, del peplum... Ya sea de este o de aquel, cada cual tenía su género predilecto en el cine, la gran industria del siglo XX que de ningún modo murió a manos del televisor. Cambió el tamaño de la pantalla, pero la relación entre espectadores y sus actores favoritos se mantuvo, e incluso se estrechó, pues el televisor fue una suerte de totem de la sala de estar, el centro de ocio por excelencia del hogar. Parecía impensable, pero a la tele por fin alguien le tose. Son las consolas.

Son solo máquinas, pero una generación --aquella que como mucho acaba de entrar en la cuarentena y que por la cota baja recién ha cumplido los 12 o 15 años-- le ha dado un vuelco al mercado del entretenimiento. Es la generación playstation, o la generación XBox 360, si se prefiere. Con sus anteriores versiones ya le dieron una estocada a tele y cine.

Consumo

En el 2005, según la Asociación Española de Distribuidores y Editores de Software de Entretenimiento, las ventas de videojuegos representaron el 35% del consumo total de ocio audiovisual en España y superaron a las de cine y música. España es el cuarto país europeo en consumir videojuegos y hay 8,8 millones de jugadores, un 20% de la población. ¿Un juego de niños? No. El 35% de los jugadores tienen entre 18 y 34 años y forman parte de una generación que ha crecido con los videojuegos. Les separa de sus padres una distancia tecnológicamente sideral.

El siglo XX fue el de la televisión, pero el siglo XXI es el del pantallazo: vivimos entre pantallas (del navegador del coche, del reloj, del teléfono, del cajero, del mp3, del televisor, de la consola...), pero no todas se ven igual. Y la manera de mirarlas, y la actitud ante ellas (pasiva o activa), cambia con la edad. La prueba del algodón de este replantamiento de la imagen en movimiento la da TN-Sofres, empresa que, a través de los audímetros, sabe al minuto quién, qué, cuándo y cómo se ve la tele. Y sus datos demuestran que la juventud ya no baila al son del televisor. Según Sofres, el grueso de la audiencia de la televisión (52,8%) tiene más de 45 años, mientras que de 13 a 19 años son solo el 5,5% del total.

La caída del teleconsumo es muy pronunciada entre los 13 y 24 años, franja de edad en la que la tele convencional pasa de ellos y estos encuentran más estimulos (y adicción) en otro tipo de pantallas. El nivel de digitalización de la sociedad española incentiva a este cambio: uno de cada tres hogares tiene ordenador (y uno de cada cinco, conexión con internet), y el 25% de los usuarios de estos ordenadores son menores de 15 años.

Las nuevas generaciones siguen este camino. Hasta los seis años ven más tele, porque el niño observa más, y tiene una buena oferta (con mucho merchandising, para que piquen los papás consumidores). Pero esta actitud va cambiando hacia la interacción que le ofrece el ordenador. Así, a los 14 años se produce el salto definitivo a la consola y sus derivados.

Este cambio de pantalla no significa que se olvide de la tele. Por ejemplo, los últimos estudios calculan que hay unos 5,7 millones de personas denominadas happie : buscan música y comunicación, pero en internet, las revistas juveniles y el cine, y solo se enganchan a los realitys (para reírse) y a algunas series.

Pero el salto de pantalla se hará más evidente en las próximas generaciones, aunque ya ahora, viendo los que siguen la tele, se percibe el cambio: la tele actual se sustenta por un ejército de 11 millones de telespectadores pasivos, la mayoría jubilados y de clase baja. Así, en un futuro la pregunta no será quién ve la tele, sino qué pantalla es la más adictiva.