Les llaman bamboches . Son los jóvenes de treinta y tantos años que viven todavía con sus familias. Años atrás, incluso una inmobiliaria les dedicó unos pasquines en los que les ofrecía hipotecas a buen precio. "¿Todavía en casa?", rezaban, debajo de la foto de un bebé más bien crecido. La expresión había sido acuñada por un ministro de Economía y disparó un cúmulo de investigaciones sobre la anormal prolongación de la vida con los padres. Más tarde, alguien perfeccionó el adjetivo con la expresión generación pereza . Pero, con la crisis todo ha cambiado. No porque se hayan emancipado, sino porque no pueden hacerlo.

El Instituto Nacional de Estadística (ISTAT) ha presentado en estos días, en su informe anual, el retrato de Italia en el 2009. Lo ha titulado Detrás de las cifras de hoy, la Italia de mañana . Navegando entre números, estadísticas y comparaciones, resulta que en el país hay dos millones de jóvenes de 18 a 34 años que no trabajan, no estudian y no siguen ningún curso de formación. No hacen nada. "Son una generación congelada a causa de la dependencia económica", escribió la socióloga Chiara Saraceno.

Mileuristas italianos

A los dos millones congelados les acompañan desde el pasado año otros 300.000 que han perdido el puesto, ya precario, que tenían. Los mileuristas italianos no cotizan a la Seguridad Social, no tienen vacaciones ni paro. Son jóvenes de entre 18 y 29 años, los más afectados por la crisis. Representan el 79% del paro total (7,8%), que está entre los más bajos de la UE. En el sur del país, trabaja solo el 28,1% de ellos, el 45,3% en el centro, el 56,4% en el norte.

Una parte de los que no trabajan han podido acogerse a unos subsidios temporales (11 meses) concedidos por la crisis, mientras que la otra recae en las familias. El 49% vive con sus padres. Son más los chicos que las chicas: una tercera parte de ellos contra un quinta parte de ellas. Hace 25 años, se quedaban en casa hasta pasados los 30 una tercera parte de los que lo hacen hoy. Actualmente son el 58,6%. Cuantificando todos los recortes aprobados por el Gobierno a causa de la crisis, ISTAT cifra en un 80% los que han afectado directamente a los jóvenes.

Su vuelta a casa o su "no salida" de la misma se ha mezclado con el paro femenino y con las mamás que han tenido que volver a sus domicilios. Entre los 15 y los 64 años, en Italia trabaja solo el 46,4% de las mujeres, lo que sitúa al país en el penúltimo puesto de la estadística solo por delante de Malta. A su vez, las familias deben afrontar una situación bastante más difícil por la crisis. En un año (2009) han perdido el 2,89% de su renta anterior, o sea, cuentan con 360 euros menos por cabeza. En un año, la riqueza del país ha bajado más que en cualquier otro país europeo (-6,3%). El 33,4% afirma que no podrían asumir gastos extras o de emergencia. El 40,69% de las familias declaran que no les da ni para una semana de vacaciones fuera de sus domicilios. Se puede añadir que la población italiana, junto con la alemana, es la que más esperanza de vida tiene.

Por lo que resulta que las clases activas (15-64 años) que deberían hacerse cargo de las pasivas (0-14 años y más de 65 años) representan el 52% de la población. Cada italiano tendría a otro a su cargo- si ninguno estuviera en paro.

Los motivos

El 40,2% de los jóvenes congelados explica que no se va de casa por razones económicas. El 34% porque está aún estudiando. El 31,4% porque le va bien así. El primero de los motivos económicos aducidos para explicar la permanencia en la casa de los padres es la dificultad de encontrar casa. En este aspecto los jóvenes italianos no gozan de ninguna ayuda. El parking de lujo del estudio se lo puede permitir el 34%, sabiendo que de los 300.000 nuevos parados del 2009, la mitad posee títulos de escuela superior y la otra mitad una licenciatura.

En un estudio realizado para la región de Piamonte, el sociólogo Roberto Cardaci ha concluido, sobre la base de una muestra de 1.100 individuos, que el 38% de los jóvenes por debajo de los 35 años presenta enfermedades o alteraciones por las que está siguiendo alguna terapia psicológica. "No se puede banalizar el problema tachándoles de bamboches , porque la situación es más compleja", advirtió Enrico Giovannini, presidente de ISTAT, al presentar el informe. Giovannini pidió al país que "invierta en capital humano, escuela y formación" y censuró las políticas de corto plazo: "Ayudar el país a preparar el futuro es tan importante como administrar las emergencias actuales".