Ya puede degustar un caramelo de gintónic. No ha sido fácil, ya que han sido necesarios litros de ginebra, varios utensilios de cocina, cientos de horas de experimentos y toneladas de imaginación. La idea, que ha nacido de la inquieta mente de Paul Bordonaba, un hostelero donostiarra, ha cruzado el mundo en apenas unos días y ya se conoce la existencia de este peculiar dulce en la otra punta del planeta, como prueban las llamadas que recibe incluso desde Argentina. Para atender el interés suscitado, Bordonaba espera comercializarlos en breve en internet, a través de su web http://bordonaba.com.

La inspiración le llegó en su afamado bar donostiarra El Museo del Whisky, todo un templo para los amantes de esta bebida. Un cliente mojó un caramelo en un gintónic. Y Bordonaba preguntó de pronto en voz alta: "¿Existe el caramelo de gintónic?". Tuvo que aguantar varias bromas, pero el reto ya estaba en su cabeza.

Sus primeros pasos fueron muy rudimentarios, ya que quemó varias cazuelas en las que calentaba azúcar y "chorros de ginebra". Junto a su hermana Betty, que regenta junto a él la taberna, intentaron caramelizar el azúcar tapando el cazo, luego pretendieron quemarlo... todo fue inútil, el caramelo de gintónic se resistía a nacer.

Bordonaba recurrió a una fábrica de caramelos guipuzcoanos, Reineta, de Zarautz, y les planteó su idea. Lejos de desanimarle, compartieron su entusiasmo y le sugirieron probar a frotar con limón el fondo de la cazuela para que no se quemase. Poco a poco perfiló la mezcla, a la que incorporó raíces de naranja. Tras muchas pruebas, por fin encontraron un dulce comestible con un agradable sabor a ginebra y tónica.

A por el de whisky

La fábrica de Zarautz creó los primeros caramelos, que fueron degustados por los clientes de El Museo del Whisky. El producto, que piensan lanzar al mercado, incorpora ya mejoras, gracias a las aportaciones de una empresa especializada en aromas de caramelos. Bordonaba confía en que las empresas de tónica y ginebra se interesen por su hallazgo como promoción de sus productos. El siguiente reto, anuncia, será un caramelo de whisky con un "toque especial", que podría ser bebido.

El Museo del Whisky y sus activos dueños atesoran otros récords, como contar con la coctelera más pequeña del mundo, o exhibir más de 3.400 botellas del mundo, la mayor colección de Europa, con joyas de Japón, Argentina, México, Kenia o Malawi.