El espíritu de la protagonista de El ángel azul planea desde el lunes sobre la capital francesa en la exposición Marlene Dietrich, creación de un mito, que acoge el parisino Museo Galliera. En ella pueden admirarse 250 prendas que la diva lució en el escenario y la pantalla, su fondo de armario personal y accesorios de todo tipo (en las fotos de la derecha, un abrigo y un uniforme). El vestuario de Marlene Dietrich (en la foto de la izquierda, en Hollywood, en 1940) es toda una lección de estilo, elegancia y glamour.

Cuando el público exigía a las estrellas que preservasen la ilusión y se mostrasen en la vida real como en la pantalla, Marlene siempre estuvo preparada para la mirada indiscreta de las cámaras y los admiradores. Pero eso fue antes de que la segunda guerra mundial instaurase el pantalón vaquero y los rostros intercambiables entre las actrices de Hollywood. "Dietrich nunca se dejó llevar por un vestido, era ella quien los llevaba", afirma María Riva, su hija.

Marlene fue la embajadora de la alta costura parisina y estimuló la creatividad de los más grandes: Balenciaga, Piguet, Dior y, sobre todo, Chanel, de quien lució más 170 trajes. Más tarde, Yves Saint-Laurent se inspiró en su intepretación en Marruecos para lanzar el esmoquin femenino. La exposición recrea las diferentes etapas de Marlene. Las 250 piezas exhibidas en París son sólo una parte de su colección personal, conservada en Berlín, que consta de 3.000 trajes, 270 bolsos, 150 pares de guantes, 400 sombreros, 430 pares de zapatos y 130 maletas.