Los asaltos cada vez más masivos y virulentos a la valla de Melilla han llevado al Gobierno a blindar mejor la frontera de la ciudad autónoma. El Ministerio del Interior ha decidido instalar sensores externos de movimiento, extender las cámaras de infrarrojos a todo el perímetro y enviar a más agentes. Ayer mismo, llegó una nueva dotación de 40 guardias civiles, que resultó decisiva para frenar un nuevo intento protagonizado alrededor de las nueve de la noche por casi 400 inmigrantes.

El asalto, el cuarto en apenas 48 horas, fue recibido por un impresionante despliegue policial. Unos pocos subsaharianos lograron alcanzar el otro lado. Agentes colocados en todos los puntos de la valla se lo impidieron.

Los asaltos se estaban convirtiendo en los últimos días en auténticas avalanchas humanas casi imposibles de frenar. Cuando los sensores de contacto en las vallas o las 150 cámaras infrarrojas instaladas actualmente detectan la llegada de una oleada de inmigrantes ya es demasiado tarde. Centenares de subsaharianos ya se encuentran entre las dos vallas y se defienden con todo lo que pueden para dar el salto definitivo al otro lado con sus rudimentarias escaleras.

ENFOCANDO A MARRUECOS El Gobierno cuenta con que la obra ahora en marcha, el aumento de la altura del muro de tres a seis metros en todo el perímetro, frene a una parte de los inmigrantes. Pero en previsión de que no sea suficiente, Interior estudia la instalación de esos sensores de movimiento enfocados hacia el otro lado de la valla, lo que permitiría reaccionar con más tiempo, anunció ayer el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, en la Comisión de Interior del Congreso.

También se analiza una solución técnica para blindar las zonas más escarpadas --los acantilados de Aguadú, el cauce del Río de Oro y el arroyo Beni Enzar--, por donde a veces se aventuran a la desesperada los inmigrantes, poniendo en grave riesgo sus vidas.

Con la llegada de refuerzos de la Guardia Civil, el número de agentes destinados a defender la fortaleza de Melilla asciende ya a 716, 134 más que los presentes el año pasado.

Los grupos parlamentarios estuvieron de acuerdo en reforzar el perímetro fronterizo, pero advirtieron de que hay que hacerlo con pleno respeto a los derechos humanos. El portavoz del PP, Antonio Gutiérrez, atribuyó las avalanchas al efecto llamada de la regularización.

24 ASALTOS MASIVOS Las cifras facilitadas por Camacho en su comparecencia justifican cualquier alarma. En lo que va de año, más de 12.000 inmigrantes han intentado saltar la valla en 24 asaltos. El año pasado sólo se produjeron siete. Los más multitudinarios han sido en los últimos días, cuyo balance dio a conocer ayer el delegado del Gobierno en Melilla, José Fernández Chacón.

Las refriegas de las noches del lunes y el martes se saldaron con más de 40 heridos, casi todos subsaharianos, y 300 inmigrantes que lograron quedarse en suelo español. El Gobierno estima que en los intentos participaron un millar de inmigrantes. Aunque sólo dos permanecen ingresados en el Hospital Comarcal, ambos por fracturas óseas, la mayoría presentaban cortes en la cara, brazos y piernas, debido a las cuchillas cortantes que se sitúan en lo más alto de la verja.

NORTE Y SUR Los sin papeles pillaron a las fuerzas policiales con el pie cambiado porque esta vez no sólo lo intentaron desde un tramo, el norte, sino que también lo hicieron en el sur, el otro extremo del perímetro, de más de nueve kilómetros.

Las avalanchas y su relativo éxito han animado a otros subsaharianos. "Según los informes de los servicios secretos, hay unos 500 inmigrantes esperando en las localidades próximas", contó el delegado del Gobierno, aunque los propios subsaharianos elevan esta cifra a 1.000 y aseguran que en Oujda, ciudad marroquí fronteriza con Argelia, hay 4.000 más.