Los Mossos d’Esquadra y el Cuerpo Nacional de Policía acometieron ayer una macrooperación a escala estatal contra la mafia armenia por delitos de narcotráfico, compraventa de armas, contrabando de tabaco, robos en domicilios, secuestros, extorsiones, amenazas, coacciones y tentativa de asesinato. Había levantado en España una estructura criminal cuyas bases estaban asentadas en Barcelona, Madrid y Valencia.

Pero entre los 73 domicilios y locales registrados -por más de 1.000 policías- algunos estaban en Elche, Cartagena, Alicante, Albacete y Vitoria. Los policías tenían orden de detener a 142 personas, entre ellas los seis presuntos cabecillas, uno capturado en Badalona. La operación fue coordinada por el Juzgado de Instrucción número 2 de Terrassa y la Fiscalía Anticorrupción y contó con agentes de la Europol. Según fuentes de la investigación, fue una operación pionera en Europa, donde en los últimos años ha habido importantes operaciones contra mafias georgianas y rusas, pero todavía no se había escarbado policialmente en la armenia. Las mismas fuentes reconocieron que ha sorprendido la evolución delictiva de este entramado criminal armenio, que arrancó vinculado a la mafia georgiana pero que decidió crecer por su cuenta, copiando el modo y estructura de funcionar, y utilizando una violencia extrema para llevar a cabo sus propósitos.

El origen, en Terrassa / Según informaron fuentes policiales, la investigación -llamada Nàpols- comenzó en enero del 2016. Fue cuando se produjo un doble crimen en el número 6 de la calle de Nàpols de Terrassa. Una de las víctimas del doble homicidio era Gela Garishvili, considerado por los investigadores policiales como el número 2 de la mafia georgiana, con ramificaciones en toda España y parte de Europa.

Las pesquisas sobre el doble crimen desencadenaron, en noviembre del 2017, la primera fase de la operación, con el arresto de una treintena de personas. Pero tras este primer golpe, los investigadores pusieron su lupa sobre los armenios y, al tirar del hilo, descubrieron que los ciudadanos de esa nacionalidad habían reproducido un entramado similar al georgiano y ya eran completamente autónomos.

El funcionamiento del crimen organizado de origen ruso se rige por un código interno conocido como vor v zakone (ladrón en la ley). La mafia armenia opera como el resto de hampas de raíz soviética. El funcionamiento consiste en crear una asociación entre todos los delincuentes que trabajan en las respectivas skhodkas, los territorios a partir de los que delimitan el radio de acción de cada organización local.

Sin importar la actividad delictiva que elijan cada uno de los delincuentes, todos están obligados a pagar un tributo a la cúpula de su territorio, que puede o no coincidir con las fronteras de los estados. No hacerlo acarrea consecuencias salvajes. Porque, aunque la experiencia policial ha observado que tratan de no ser agresivos con los ciudadanos autóctonos con los que conviven --como los españoles en este caso-, entre ellos sí son muy violentos, y no pagar religiosamente los impuestos implica recibir palizas, secuestros o incluso ser asesinado. El doble crimen de Terrassa dejó constancia de ello. Además, los peones deben hacer donaciones puntuales y extraordinarias que no se corresponden con mordidas de los golpes que dan, sino que las pagan como cuotas para seguir en la banda.