Durante casi seis horas, 18 de los 26 estados de Brasil quedaron a oscuras. El "blecaute" (apagón), que se fue ayer al llegar el alba, afectó a más de 50 millones de personas.

En esas seis horas que no funcionó Itaipú, la segunda central hidroeléctrica más grande del mundo, una multitud temió lo peor, especialmente en Sao Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais, los principales centros urbanos de un país que ocupa el 47,9% del territorio de América del Sur. No faltaron los predicadores evangélicos anunciando el fin de los tiempos.

A las 22.13 horas del martes, se hizo la noche en la noche misma. Dejó de funcionar el metro de Sao Pablo y Río. Hubo gritos de desesperación. Miles de pasajeros comenzaron a salir de los vagones por las ventanillas. Llegaron a tientas a las bocas de salida hacia la superficie.

La mayoría de los teléfonos celulares dejaron de funcionar. Los que pudieron, se comunicaron a través de las redes sociales. En la calle, las cosas no fueron diferentes. Los restaurantes se sumieron en las tinieblas. Las personas que permanecían en oficinas y lugares públicos decidieron quedarse a dormir por temor a robos y saqueos. La policía se vio desbordada. Los principales aeropuertos suspendieron 42 vuelos.

Río fue la ciudad más afectada: allí, la oscuridad fue literal, en el asfalto y en los morros (colinas), donde viven los cariocas más pobres a merced del narcotráfico. Como era de esperar, en Ipanema, Copacabana, Lebon y Tijuca empezaron a circular rumores apocalípticos. El miedo a la gente de "arriba" es conocido en las zonas habitadas por las clases media y alta.

El gobernador Sérgio Cabral (PMDB) ordenó que el Batallón de Operaciones Especiales de la Policía Militar (BOPE) reforzara toda la ciudad. En la mañana de ayer, el secretario de Seguridad, José Mariano Beltrame, consideró que la acción preventiva fue exitosa. "No ha ocurrido nada grave", dijo. Itaipú es una central que genera el 20% de la energía que utiliza Brasil. Se trata de un proyecto que comparte con Paraguay, que también quedó a oscuras, y Argentina. Según declaraciones del presidente de la central eléctrica, el brasileño Jorge Samek, la tempestad que azotaba la zona pudo haber provocado un cortocircuito y luego se generó un problema en una de las líneas de transmisión que llevan la energía de Itaipú al sistema centralizado de distribución eléctrica.

El PRESIDENTE SE DEFIENDE Mientras las grandes urbes recuperaban su normalidad, el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, descartó que el país esté frente a un nuevo déficit energético, como ocurrió durante el Gobierno de Fernando Henrique Cardoso. El mandatario recordó que durante los últimos siete años, su Gobierno realizó inversiones de infraestructura equivalentes al 30% de todo lo realizado en 30 años. Cuando se recuperó la calma, se escucharon versiones conspirativas. El ministro de Minas y Energía, Edison Lobao, tuvo que negar que el apagón fuera obra de un hacker .

El pasado domingo, el programa 60 minutos , de la televisión norteamericana CBS, emitió un reportaje en el que se atribuían los dos últimos cortes en Brasil a la acción de piratas informáticos que querían boicotear los sistemas de control energéticos del país carioca.