TCtuando el siglo esté más entrado en años suspiraremos por esta época en que la Red es un universo reciente donde todo es posible. Tecleas unas palabras y tienes acceso a tu película preferida, a escuchar la canción que se te antoje, a ligar con una austrohúngara, a aprender pianola o chino mandarín sin gastarte un euro. Y ahí es donde les duele. Eso de que las cosas salgan gratis no le sabe bien a esta sociedad que no da gratis ni el agua. No tardarán en cerrar el grifo. Pero, mientras tanto, internet es un orzuelo en el ojo del Gran Hermano. Es cierto que circulan millones de ideas sin sustancia por el espacio virtual, pero hay otras que son como para quitarse el sombrero de tres picos. La última es la de un señor que pide blog en grito que no se vea la entrevista que Telecinco ha comprado a Julián Muñoz por 350.000 euros. Oseasé, una huelga pacífica, sensata y eficaz. El mensaje es sencillo: aprenda usted a tener el mando quietecito y nos cargamos la telebasura, a Repsol, a Telefónica y hasta a las mafias rusas, que cuando se me calienta la boca no tengo freno. Porque lo cierto es que si la tele paga a delincuentes es porque yo la miro. Por lo mismo que si hay jeques árabes que se pasan lo de la crisis por el forro de la jaima es porque yo me paso lo del transporte público por el arco de la gloria. Y si hay constructores que almacenan obras de arte en naves industriales es porque a mí se me calienta la mano de firmar hipotecas. Y así sucesivamente. Pero sospecho que de esto es de lo que va el Plan Bolonia, de hacer que los chicos ignoren el latín y la filosofía y no oigan en su vida hablar de Garcilaso ni del soneto que lo parió, y se centren en lo que de verdad importa: en dar rápido con la fórmula para que las cosas dejen de ser gratis.