Greenpeace pidió ayer a los productores de acuicultura y a los consumidores que apuesten por peces de alimentación herbívora, como la tilapia, la carpa o la panga, porque la cría de los tradicionales peces carnívoros, como el atún y el bacalao, "puede llegar a ser tan insostenible como la sobrepesca en mar abierto". La organización ecologista, que presentó un informe sobre el sector en el congreso Seafood 2008, que se celebra en Barcelona, puso como ejemplo que para producir un kilo de atún rojo en jaulas de acuicultura, como se hace en el Mediterráneo, es necesario alimentarlos con 20 kilos de pescados menos valorados comercialmente, mientras que para lograr uno de salmón, también de alto valor económico, se precisan entre 4 y 5 kilos de otras especies. "En el fondo --resume Nina Thuellen, bióloga de Greenpeace--, la acuicultura de peces carnívoros supone una pérdida neta de proteínas". Y el mar, claro está, se empobrece.

La acuicultura o crianza de peces en instalaciones controladas ya representa el 43% de la producción pesquera mundial y se ha convertido en indispensable para la seguridad alimentaria de millones de personas. En este sentido, precisó que no se opone a toda la acuicultura, ni mucho menos, sino a las prácticas que considera menos sostenibles. La lista de los supuestos perjuicios es extensa.

Además de la sobrepesca para alimentar a peces carnívoros, la organización destaca en primer lugar la contaminación derivada del uso de productos farmacológicos para controlar virus, bacterias, hongos y otros patógenos, "lo que pone en riesgo la biodiversidad cercana y es un riesgo potencial para la salud humana". El informe cita también como problema la invasión de especies foráneas: "La fuga de salmones atlánticos en granjas en el Pacífico echa a poblaciones autóctonas con las que compite por comida y hábitat".