Se acabó por sorpresa el cuento de hadas. Los británicos la habían aceptado ya como su futura reina. La guapa, discreta y educada Kate Middleton, aunque de clase media, era la perfecta candidata a convertirse en la mujer del príncipe Guillermo, segundo en la sucesión al trono.

Tras una relación que ha durado seis años, el final del romance llegó ayer anunciado como no podía ser de otra manera: la exclusiva de un diario sensacionalista. No ha habido confirmación oficial de Clarence House y los implicados guardan silencio. Mientras, todo son especulaciones. La presión mediática se apunta como una de las causas. Pero no se descarta la dedicación del príncipe Guillermo, de 24 años, a su carrera militar.

LAS ESPECULACIONES La noticia pilló desprevenido a casi todo el mundo. En los últimos meses, los medios insistían en que el anuncio del compromiso podía ser inminente y una cadena de almacenes tenía preparados miles de suvenires para cuando llegara el momento. La asistencia de Middleton, junto al resto de la familia real, a la graduación militar de Guillermo, el pasado diciembre, disparó las especulaciones. En este sentido, el corresponsal de realeza de la cadena pública BBC, Nicholas Witchell comentó ayer que era "una sorpresa, se les veía estables y seguros".

Una fuente cercana confirmó que los dos habían llegado a un acuerdo amistoso, pero la mayoría de los comentaristas coincidían ayer en que la decisión había sido tomada por parte del príncipe, que había dicho recientemente que se sentía muy joven para casarse. También se quiso descartar ayer que hubiera una tercera persona. El pasado marzo, el hijo mayor del príncipe Carlos se trasladó a Dorset para continuar su carrera militar. Desde entonces, la pareja ha vivido separada. Ella, de 25 años, sigue viviendo en Londres, donde trabaja en el departamento de compras de una firma de moda.

Además de la distancia, la presión mediática era evidente. Kate Middleton había empezado a protagonizar las portadas de todas las revistas del corazón y los paparazis la seguían día y noche. En este sentido, la joven interpuso varias quejas oficiales por acoso contra los medios. Incluso, la familia real había mostrado su preocupación ante la enorme presión que sufría la pareja.

Su historia empezó en el campus escocés de la Universidad de St. Andrews, donde se conocieron en el 2001 cuando estudiaban Historia del Arte. En su segundo año empezaron a compartir con otros dos estudiantes un piso que los cuatro cambiaron por un chalet al año siguiente. Hasta que terminaron sus estudios y se mudaron a Londres, la pareja vivió unos años de tranquilidad. La familia real había firmado un acuerdo con la prensa por el que se comprometió a respetar la intimidad del príncipe mientras estudiaba.