TCtada época tiene sus personajes peculiares. Basta nombrar a Eli Cacahué, Nano, Bocatique o Zacarías para que los cacereños mayores de 40 años evoquen su primera juventud. ¿Pero quiénes son los mitos de los adolescentes de hoy? Les voy a presentar al último. Se trata de un buen señor que pasea por la zona sur de Cáceres. Viste de oscuro y los mozalbetes lo llaman Gustavo La Hora. Con la crueldad gamberra propia de la edad, han descubierto que si le preguntan la hora a don Gustavo, éste se irrita enormemente y reacciona insultándolos. El pobre hombre ya no puede pasear tranquilo porque en cada esquina de Moctezuma se asoma un muchacho que le pregunta con sorna: "¿Gustavo, qué hora es?".

La frontera entre ser un caballero respetado y un freaky escarnecido es muy tenue y el otro día lo comprobé. Salí de casa absorto tras leer entusiasmado la última edición del Quijote dirigida por Francisco Rico. Iba vestido de manera llamativa con un anorak amarillo fosforito y un gorro de lana azul cielo, de tal guisa que más parecía el Capitán Pescanova que un discreto paseante cacereño, cuando un grupo de niñatos de la ESO me rodeó pidiéndome a voces el aguinaldo. Reaccioné gritando: "Dejadme tranquilo, por favor". Los muchachos respondieron a coro: "No nos da la gana, no nos da la gana", y enseguida me percaté de que acababa de convertirme en el último freaky cacereño. Ahora paseo por mi barrio con el temor de ser asaltado en las esquinas por preadolescentes vacilones: "Capitán Pescanova, ¿nos da el aguinaldo?".